La llegada a tierra del huracán «Sandy» esta noche dejó al menos 13 muertos en Estados Unidos y Canadá, zonas costeras del noreste estadounidense bajo las aguas, cerca de 6 millones de personas sin electricidad y sumió en la parálisis un área de unos 1.600 kilómetros.
«Sandy» tocó tierra al sur del estado Nueva Jersey sobre las 20 hora local (00.00 GMT), donde dejó ciudades anegadas, olas gigantes y fuertes ráfagas de viento de hasta 150 kilómetros por hora que prometen convertir este huracán en uno de los más fuertes y extensos que han impactado jamás en la zona.
Redominado por el Centro Nacional de Huracanes como un «ciclón postropical», nada más tocar tierra la depresión perdió la rotación y la energía que le proveía el Atlántico, pero durante toda la noche azotó la costa este de EE.UU. con dureza.
Los efectos de «Sandy» se notaron desde Washington DC, la capital del Gobierno, hasta Nueva York, centro financiero mundial, pasando por estados más al oeste como Virginia Occidental, donde se registraron fuertes nevadas, o más al norte, en Canadá, donde una mujer falleció golpeada por un cartel que arrancó el viento.
En Atlantic City (estado de Nueva Jersey), por donde penetró el centro de la tormenta, las inundaciones y las olas, amplificadas por las mareas, inundaron zonas residenciales y barrieron el famoso paseo marítimo, dejaron la ciudad a oscuras y obligaron a emitir un toque de queda hasta las 6 de la mañana.
Nueve estados, el Distrito de Columbia y un condado de Carolina del Norte se enfrentaron al primer embate de la tormenta en estado de emergencia y paralizados a la espera de que pasaran las aguas torrenciales y los vientos.
En Nueva York los cortes de luz dejaron partes del perfil de Manhattan a oscuras y niveles récord de inundaciones en zonas como el Battery Park, con 4 metros de agua, así como una ciudad casi incomunicada, con puentes y túneles cortados, a excepción del túnel Lincoln.
Los fuertes vientos sostenidos, por encima en muchos casos de los 130 kilómetros hora, mostraron escenas dantescas a lo largo del noreste de Estados Unidos con transformadores eléctricos iluminando la noche al explotar y sirenas que no han cesado en la madrugada.
Según Weather Channel, las inundaciones y el viento han dejado cerca de 6 millones de personas sin electricidad en una amplia zona del noreste estadounidense, desde el estado de Virginia hasta Nueva York, pasando por las ciudades de Washington DC o Filadelfia (Pensilvania).
Esto hace que ciudades como Washington se hayan resignado a un segundo día de cierre de oficinas, colegios y paralización casi total de la actividad.
Las inundaciones que anegaron el bajo Manhattan también afectaron a las pistas de aterrizaje de los aeropuertos de JFK y de La Guardia en Nueva York, que al igual que los de Newark, en Nueva Jersey, Reagan-Washington, Dulles-Washington o Filadelfia no operaron vuelos.
Según Flightaware, desde ayer se han cancelado casi 14.000 vuelos en 11 aeropuertos, y se espera que mañana se suspendan 4.815 conexiones, un número que podría aumentar mientras la depresión avanza al oeste.
Según la CNN, en los estados de Nueva York, Nueva Jersey, Virginia Occidental, Connecticut, Pensilvania y Carolina del Norte se han registrado en total al menos 12 muertes, la mayoría por la caída de árboles en casas, vehículos o escombros movidos por los vientos huracanados.
Los servicios de emergencia se han visto saturados por las llamadas, lo que obligó a las autoridades a pedir que solo ante un caso de vida o muerte se contactara a los números de socorro, al tiempo que animaron a no conducir para dejar vía libre a los servicios de rescate.
En Virginia Occidental se registraron hasta 30 centímetros de nieve con vientos de hasta 80 kilómetros por hora, mientras que el frente nuboso sigue avanzando y ampliando unos daños que se esperan por varios miles de millones de dólares.
El regulador nuclear estadounidense, el NRC, declaró una alerta en la central nuclear de Oyster Creek, en Nueva Jersey, por el aumento de los niveles de agua en las tomas del complejo.
La central, activa desde 1969 y la más longeva de Estados Unidos, ya estaba bajo suspensión programada y se espera que con la bajada de los niveles de agua la situación se normalice. La NRC ha enviado inspectores a otras nueve centrales para prevenir riesgos en los reactores nucleares.
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