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El asesino de Bunyola confesó ayer a la Guardia Civil que mató a Catalina Frontera Hidalgo, de 52 años, con una katana. La autopsia practicada ayer al cadáver de la vecina de Santa Maria ha desvelado que la lesión principal la presentaba en la cabeza.

El médico Julio López realizó ayer por la mañana el examen forense, que confirmó las heridas de arma blanca que sufrió la empleada del hogar fueron la causa de la muerte. Catalina presentaba cortes de defensa en el antebrazo, así como puñaladas en otras partes del cuerpo y un traumatismo severo en la zona craneal. El ataque se llevó a cabo con una katana japonesa.

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El caso, tal y como adelantó ayer en exclusiva Ultima Hora, dio un giro radical cuando el miércoles por la tarde fue detenido un exempleado de la finca de Can Polini, que estaba enemistado con Catalina. La mujer, al parecer, conocía algunos detalles del comportamiento laboral del varón, que puso en conocimiento de los dueños del terreno. Se trata de unos propietarios alemanes, que pasan la mayor parte del mes fuera de la isla, y que tomaron muy en cuenta la información facilitada por Catalina. El asunto acabó con el despido del trabajador, que comenzó a amenazar a la asistenta de la limpieza. El miércoles por la mañana, Catalina acudió a limpiar la finca y fue sorprendida por el asesino en una sala, junto a la cocina. La mató con el arma blanca y huyó. Sobre las diez de la mañana, un joven de Llubí de 23 años, que trabaja de electricista, acudió a la finca para revisar la instalación y descubrió el cadáver, en medio de un gran charco de sangre.

En la escena del crimen la Guardia Civil halló una gran cantidad de indicios, como pisadas o huellas, que acorralaron al sospechoso. Ayer por la tarde, finalmente, el detenido se derrumbó y confesó la autoría del crimen.