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Dos menores de 10 y 12 años fueron rescatados por los servicios sociales franceses tras dormir durante tres años en un sótano insalubre, entre sus propios excrementos y donde sufrieron malos tratos de su padre y su madrastra, informaron hoy medios locales.

Privados de electricidad y agua corriente, con la comida racionada, los dos menores pasaron ese tiempo en una estancia sin ventana ni ventilación de una casa situada en la localidad de Pavillons-sous-Bois, a las afueras de París.

El mayor de ellos se dirigió el pasado miércoles a una comisaría cercana para denunciar los malos tratos de su padre contra su hermano, lo que provocó la intervención de las autoridades, que encontraron las condiciones en las que vivían los menores.

La policía arrestó al progenitor y a la madrastra el pasado sábado, acusados de violencia infantil, abandono y privación de alimentos, y puso a los menores en manos de los servicios sociales.

Los agentes descubrieron también que en el domicilio vivía un tercer menor, hijo de la madrastra de los otros dos, cuya situación era normal, dormía en una habitación de la casa, comía con los adultos y estaba escolarizado en un colegio privado.

Mientras, sus dos hermanastros permanecían en un sótano sucio y en un avanzado estado de deterioro, obligados a hacer sus necesidades en ese lugar, donde dormían sobre un delgado colchón tirado en el suelo y sin mantas.

Estaban escolarizados, pero en un establecimiento público, que dadas las condiciones en las que llegaban los menores había enviado algunos avisos a los padres, según la televisión BFMTV.

Los adultos, un fontanero de 39 años y la madrastra, de 44 y desempleada, encerraban a los niños bajo llave a partir de una determinada hora.

En las primeras audiencias realizadas, el padre justificó los malos tratos por el hecho de que los niños eran «insoportables y lo rompían todo».

Según BFMTV, los menores no comían con los adultos ni se les daba toda el alimento que pedían.

La televisión gala también apuntó a malos tratos debido a los «cardenales y arañazos» que los niños presentaban en los brazos, lo que induce a pensar que eran «víctimas de una violencia de la que el grado queda por definir».

El maltrato empezó tras la partida de la madre biológica, toxicómana, y la llegada de la madrastra, según una fuente próxima a la investigación citada por la cadena.