Un joven irlandés de 22 años ha confesado este lunes haber dado una paliza a un compatriota suyo en Santa Ponça el verano pasado, ocasionándole la pérdida de la visión en un ojo y numerosas secuelas, y se ha conformado con la petición de las acusaciones de 7 años de cárcel y una indemnización de 273.000 €.
Víctima y agresor, que no se conocían antes del suceso, han vuelto a verse en el juicio celebrado ante la sección segunda de la Audiencia de Palma por lo ocurrido en la madrugada del 27 de agosto del año pasado, cuando ambos estaban de vacaciones en Mallorca.
Kian Michael O'G., un turista de 22 años, ha confesado que aquella noche pegó un puñetazo en la cara a la víctima, Mike O'R., de 23, que lo hizo caer por las escaleras de un bar. La víctima había intercedido en una discusión que mantenía el agresor con una chica.
Tras el primer golpe, el agresor lo levantó y volvió a derribarlo de otro puñetazo, después del cual le dio varias patadas en la cabeza mientras estaba en el suelo.
Secuelas
Los golpes le ocasionaron a la víctima múltiples fracturas faciales y craneales (entre otras de las órbitas de ambos ojos, del tabique nasal y de la mandíbula), que requirieron de tratamiento médico continuado y varias intervenciones quirúrgicas y de las que tardó 71 días en curar.
Como secuelas de la paliza, el agredido ha perdido la visión de un ojo y el olfato, sufre una lesión cerebral, presenta daños craneales y cicatrices en la cabeza, y padece secuelas psicológicas por estrés postraumático.
El acusado ha relatado que la víspera de la paliza había participado en una «party boat» desde las 3 de la tarde, que estuvo bebiendo todo el día y que a las 6 de la madrugada, cuando ocurrió el suceso, «estaba muy, muy bebido».
Tras confesar los hechos, ha lamentado ante el tribunal lo ocurrido: «Me gustaría decir que nunca tuve intención de que sucediera. Fue una pelea idiota entre borrachos», ha asegurado.
Ante la confesión de los hechos, tanto la Fiscalía como la acusación particular (en representación del agredido y su familia) han renunciado a que continuara la celebración el juicio.
Ambas acusaciones han modificado sus escritos y han aplicado una circunstancia atenuante por el consumo de bebidas alcohólicas por parte del acusado la noche que ocurrieron los hechos.
Han pedido una condena de 7 años de prisión por un delito de lesiones agravado por secuelas de deformidad y pérdida de órgano vital, así como inhabilitación absoluta por el mismo tiempo y la prohibición de comunicarse o acercarse a menos de 20 metros de la víctima durante 10 años. Antes del juicio, la Fiscalía pedía una condena de 10 años y la abogada de la víctima reclamaba 12.
Se da la circunstancia de que, aunque víctima y agresor no se conocían antes del suceso, ambos proceden de la localidad de Cork y existe una relación laboral entre sus progenitores.
Las acusaciones han modificado también la petición de indemnización, ya que inicialmente reclamaban 54.000 euros, pero tras un último informe forense para evaluar las secuelas definitivas de la agresión, han reclamado una responsabilidad civil de 273.000 euros, aceptada por el acusado.
Ante el acuerdo de conformidad alcanzado entre las acusaciones y la defensa, el juicio ha quedado visto para sentencia.
La defensa solicitará que el acusado pueda cumplir la condena en Irlanda.
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