El 2 de septiembre de 2014 el hombre acudió a la vivienda del presidente de la comunidad de su edificio en A Coruña para hablar sobre unas obras, discutieron, y la Fiscalía cree que entonces el procesado buscó «causarle un quebranto a la integridad física».
Así, adquirió «varios litros de gasolina en una garrafa y un mechero», hizo sonar el timbre de la puerta de la vivienda del responsable del edificio para decirle «que le iba a quemar la casa, que le iba a prender fuego a él y a su mujer, que lo iba a matar».
Posteriormente, según la Fiscalía, roció con gasolina el rellano donde vivía el presidente y la entrada de su vivienda, por lo que este salió, pero resbaló, y el acusado prendió fuego al líquido inflamable.
A consecuencia del incendio la víctima sufrió quemaduras en el 15 % del cuerpo, tuvo síndrome de inhalación y ahora tiene secuelas, y su esposa sufrió un trastorno psiquiátrico, además de generar daños materiales de unos mil euros.
La Fiscalía solicita dieciocho años de prisión y nueve años más de alejamiento por un presunto delito de intento de asesinato, en concurso con un delito de incendio y dos años más por las lesiones físicas, además de 78.900 euros de indemnización.
En la sección segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña, el procesado, que ha sido diagnosticado con un trastorno bipolar y otro obsesivo compulsivo, ha dicho que no pretendía hacer daño al presidente y que únicamente pretendía «darle un susto».
Ha incidido en que la víctima lo insultaba a pesar de que sabía que tenía problemas psiquiátricos y que esa actitud le llevó a querer que el presidente de la comunidad supiera «hasta dónde podía llegar» si continuaba con esa postura.
No tenía «intención de hacerle daño», ha apuntado el agresor, que ha reconocido que quería «amenazarlo» en un día en que, al final «todos los hechos condujeron» a lo que ocurrió, pues ha comentado que previamente el presidente de la comunidad de propietarios le había dicho que estaba mal de la cabeza.
Ante el juez, el presunto agresor ha afirmado que acudió a la Policía con la intención de denunciar al que posteriormente se convirtió en su víctima por lo que le había dicho, y que a continuación fue al médico porque necesitaba medicación para tranquilizarse.
El presidente de la comunidad ha asegurado que el procesado había proferido amenazas a través del portero automático, que él intentó tranquilizarlo, pero que, cuando se dio cuenta, ya estaba «envuelto por el fuego».
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