La declaración de Triana Martínez, de 36 años, ha abierto hoy la segunda jornada del juicio que se sigue en la Audiencia de León contra las tres acusadas por este crimen, ocurrido el 12 de mayo de 2014, y posteriormente ha hecho lo propio su amiga la policía local Raquel Gago, de 42, la única de las tres acusadas que está en libertad provisional.
La joven ha explicado que su madre le había comentado que «no aguantaba más», y ha precisado que ella intentó convencerla para que no lo hiciera. «Sabía que lo hacía por mi pero le dije que no buscara problemas», ha explicado ante el tribunal en referencia a la persecución a la que afirma haber estado sometida por parte de Isabel Carrasco.
Triana Martínez ha recalcado que no quería la muerte de Isabel Carrasco pese a que se sentía perseguida por ella y que no sabía que su madre hacia seguimientos a la presidenta de la Diputación leonesa.
La joven ha reforzado así lo declarado ayer por su madre en la primera sesión del juicio, en la que se atribuyó toda la responsabilidad del crimen y exculpó a los otras dos acusadas.
En una comparecencia ante el tribunal que ha superado las tres horas, Triana Martínez ha exculpado a la policía local Raquel Gago de cualquier implicación en la muerte de la política leonesa, y ha asegurado que siente haberla metido en un problema al haber dejado el arma en su coche.
Ha reconocido que el 12 de mayo de 2014 su madre la avisó por teléfono de que había visto a Carrasco e iba a acabar con ella.
«Mi madre me dijo: Estoy viendo a Carrasco, voy a terminar esto, ya verás», ha declarado la joven, quien ha explicado que se dirigió hacia donde pensaba que estaba su madre, vio cómo tiraba el bolso en el que guardaba el arma y lo recogió, aunque sin mediar palabra, porque pensaba que podía ocultar alguna de las armas reglamentarias de su padre, inspector de Policía.
También ha relatado que a continuación llamó a Raquel Gago para saber si había visto hacia dónde se había dirigido su madre, aunque no llegó a hablar con ella, y minutos después se encontró casualmente con su amiga.
En ese momento, dejó el bolso con el arma en el coche y le dijo que iba a la frutería. «Pensaba volver y recoger el bolso pero no pude porque enseguida me detuvieron», ha apostillado una apesadumbrada Triana, quien ha lamentado haber creado un problema a su amiga, a la que definió como una persona «buena, tímida, introvertida y maja».
Durante su declaración, ha sostenido que Isabel Carrasco no le dio la plaza a la que aspiraba en la Diputación, que había convocado para ella, porque no quiso acostarse con la víctima.
Ha reconocido que no había contado el hecho a sus allegados porque sentía «vergüenza». «Me sentí mal y solo se lo conté a mi madre», pero no comentó nada de ese supuesto acoso a su padre, inspector del Cuerpo Nacional de Policía.
Por su parte, la agente de la Policía Local de León acusada ha dejado claro que ella no había convenido con su amiga Triana que la pistola que usó la autora material del crimen fuera escondida en el maletero de su coche, donde la introdujo la hija de Montserrat después de los disparos.
«Desde luego no estaba de acuerdo para que me dejara el bolso», ha insistido la policía local, quien ha dicho que como no podía pensar por otra persona, no tenía una explicación de los motivos por los que Triana metió en el maletero de su coche el arma del crimen.
A su juicio, lo que haya podido pensar Triana de por qué lo hizo, «es su conciencia», ha añadido la policía local antes de manifestar que no sabía por qué la hija de la asesina confesa había tomado esa opción, un momento en el que Raquel no ha podido contener las lágrimas.
A pesar de que la agente vio poco después del crimen a Triana, que, según su relato le dijo que tenía el maletero abierto, no quiso comentar con nadie que la había visto.
«No me podía puedo creer lo que había sucedido, creía que no era real», ha zanjado, para explicar por qué no acudió entonces a la Policía.
Isabel Carrasco falleció a los 59 años a las 17.15 horas del 12 de mayo de 2014 tras recibir tres disparos cuando atravesaba una pasarela peatonal sobre el río Bernesga para dirigirse a la sede del PP, en el paseo de Salamanca.
La Policía detuvo veinte minutos después a Montserrat González y a su hija Triana Martínez como supuestas autoras de su muerte, gracias a la colaboración de un agente de policía jubilado que presenció la agresión y siguió a la primera.
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