Raúl Nicolás Gómez estuvo cerca de media hora encadenado en la entrada de los juzgados. | Alejandro Sepúlveda

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Los funcionarios de Vía Alemania empezaron este lunes con alteración y no porque estallara un nuevo escándalo de corrupción, sino porque un individuo se encadenó a primera hora de la mañana en las puertas de acceso al edificio, lo que impidió su apertura.

Raúl Nicolás Gómez, de 37 años, quiso hacer visible así su protesta por «los problemas que he tenido en los juzgados» y porque considera que ha sido víctima de una «injusticia». El vecino de Palma explica que en febrero de 2015 tuvo una pelea con el hijo de su casera. «Un día me llegó una citación por un juicio de faltas, yo tenía lesiones en un dedo y presenté pruebas médicas, pero el juicio se celebró sin mí. Otro día recibí una notificación y al ir a los juzgados me dicen que hay sentencia firme y tengo que pagar 1.200 euros de multa». En ese momento Raúl se puso de rodillas en el suelo, montó alboroto y acabó siendo trasladado al hospital en ambulancia. El médico le diagnosticó un cuadro de ansiedad.

Raúl indica que ante la situación de estrés que sufría fue a pasar una temporada a Santo Domingo, «para ver a mi hermano que vive allí y estar tranquilo». Mientras estaba de viaje, añade, «un día llamaron desde el juzgado a mi mujer, ella se presentó y dijo que iba a pagar mi multa, sin que yo supiera nada, me diesen alguna notificación o firmara algún tipo de documento».

Raúl quiere denunciar que «otras personas han decidido por mí sin consultarme nada y soy yo el que tendría que haber dicho si se pagaba la multa, iba a prisión o podía hacer trabajos para la comunidad». Este lunes decidió encadenarse en los juzgados «porque no aguantaba más». El vigilante, al verlo, avisó a la policía. «Vinieron unos agentes muy educados y me pidieron si me iba a resistir, yo les dije que no, que solo quería hacer pública mi protesta, les di la contraseña de los candados y me desencadenaron. Les dije si me iban a detener pero me dijeron que no, que me identificaban y darían el parte y si quería podía poner una denuncia». Media hora después, las puertas de los juzgados se abrieron.