Los hechos que se juzgarán entre el 4 y el 8 de julio en el tribunal provincial ocurrieron desde principios de 1997 y hasta el verano del año siguiente.
El entonces sacerdote empezó a realizar tocamientos esporádicos a la menor, «guiado por la finalidad de satisfacer su ánimo libidinoso», sentándola sobre sus piernas en varias ocasiones y tocándola por encima de la ropa, según el escrito de acusación de la Fiscalía.
En el ambiente distendido en el que los niños de la parroquia jugaban al tenis, iban a la piscina del vecino y en ocasiones dormían la siesta en una de las habitaciones, el párroco aprovechaba la ausencia de adultos y llevaba a la menor a su propia habitación para estar a solas con ella.
Empezó por besarla y tocarla por encima de la ropa sujetándola para que no pudiera moverse y, en episodios reiterados de frecuencia semanal, el cura, que entonces tenía 45 años, comenzó a desnudarla parcialmente y desvestirse él también y siguió avanzando en los tocamientos.
Cuando acompañaba a la menor a su domicilio en coche, la obligó a practicarle felaciones en una veintena de ocasiones.
En una ocasión, en el verano de 1997, el acusado fue sorprendido cuando realizaba tocamientos a la menor en el sofá de la parroquia. Al transcurrir el tiempo sin ninguna consecuencia y «ante una inmensa sensación de impunidad», el sacerdote empezó a llevar nuevamente a la menor a su habitación a principios de 1998 y la violó hasta en diez ocasiones, según el escrito del fiscal.
Posteriormente, a raíz del episodio del sofá, la Fiscalía realizó una investigación pero el sacerdote advirtió a la menor de que si decía algo «lo pagaría caro» y la niña negó los hechos. Finalmente fueron denunciados por la víctima en noviembre de 2012.
El fiscal pide para el acusado 42 años de cárcel por delitos continuados de abusos sexuales a menor de 12 años, así como que se le prohíba durante 20 años acercarse a menos de 500 metros de la víctima, de su domicilio, su lugar de trabajo o cualquier otro sitio que frecuente, ni comunicarse con ella por ninguna vía.
La Iglesia de Mallorca decidió en marzo de 2013 expulsar del sacerdocio al que había sido párroco de Can Picafort hasta 2011 por considerarlo culpable de pederastia.
A Barceló se le abrió un procedimiento penal canónico en marzo de 2011 tras haber sido denunciado también ante el Obispado por la víctima por los abusos.
2 comentarios
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... lo realmente increíble no es que pasen estas cosas,... ni tampoco que la institución eclesial en vez de expulsarlos y denunciarlos al brazo secular los arrope en su seno como si nada quitándole hierro a algo tan abyecto,...sino que los miles de fieles que aún creen en ella, hayan hecho de tripas corazón y sigan yendo a misa y a comulgar con la conciencia tan tranquila. ESO es lo que no tiene calificativo...
Un pederasta tanto puede ser un cura como un ateo. ¿Cuántos padres de familia han abusado de sus hijos o hijas? Muchos, aunque sean una minoría. La Iglesia no es mejor ni peor que el resto de la sociedad, aunque debería expulsar de ella a todos los que se portan mal. Si se demuestra que este hombre cometió tales actos, pues que se le imponga el castigo más duro.