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El expárroco de Can Picafort Pere Barceló, de 64 años, ha admitido este lunes ante el tribunal haber abusado sexualmente y violado de manera continuada a una monaguilla de su parroquia desde que la niña tenía 10 años y se ha conformado con una petición de condena de 6 años de prisión.

En el juicio celebrado en la Audiencia de Palma, las acusaciones (Fiscalía y el abogado de la víctima) y la defensa del expárroco han llegado a un acuerdo de conformidad por el que el acusado ha confesado todas las acusaciones y ha admitido la petición de condena de 6 años, así como 5 de prohibición de acercarse a menos de 500 metros de la víctima ni comunicarse con ella.

En vista del reconocimiento de los hechos, la Fiscalía y la acusación particular han calificado finalmente lo ocurrido como un delito continuado de agresión sexual con penetración bucal y acceso carnal a menor de 12 años y han apreciado las atenuantes de confesión y reparación del daño.

En el escrito provisional de acusación se solicitaban 42 años de prisión por numerosos delitos de abusos y agresión pero, ante la dificultad de precisar las fechas de cada episodio, la acusación ha limitado la condena a 12 años, que finalmente ha sido rebajada a 6 años por las atenuantes.

El exsacerdote, el primero expulsado de la Iglesia en España antes de un juicio por pederastia, ha admitido ante la sección segunda de la Audiencia de Palma los delitos a preguntas del fiscal, Ramón Vázquez, y ha dicho estar totalmente arrepentido.

Desde principios de 1997 hasta el verano del 98, en el ambiente distendido en el que los niños de la parroquia jugaban al tenis, iban a la piscina del vecino y en ocasiones dormían la siesta en una de las habitaciones, el párroco aprovechaba la ausencia de adultos y llevaba a la menor, que iba catequesis y luego ejerció como monaguilla, a su propia habitación para estar a solas con ella.

A preguntas del fiscal, el exsacerdote ha admitido por primera vez los hechos desde que empezó la investigación y ha reconocido que, en un primer momento, «con ánimo libidinoso, sentaba a la niña que entonces tenía 10 años en sus piernas y le tocaba el pecho por encima de la ropa».

Posteriormente, los tocamientos se repitieron en el coche cuando la acompañaba a casa, en su habitación y en otras estancias de la parroquia.

Cuando la llevaba en coche a su casa, la obligó a practicarle sexo oral hasta 20 veces. Ha confesado, respondiendo al fiscal, que «ante la negativa de ella, la cogió con fuerza de la cabeza y le obligó a que le realizara varias felaciones». Más adelante la violó hasta en diez ocasiones.

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Ha dicho estar «totalmente arrepentido». «Le deseo lo mejor a esa señora y a su familia, le deseo lo mejor, nunca he tenido rabia de ningún tipo, al contrario, les deseo de ahora y para siempre lo mejor», ha afirmado el exsacerdote ante el tribunal.

La víctima ha relatado cómo empezó todo: «Un día estábamos en la parroquia, empezó a poner diapositivas de cuando estuvo en Burundi. Había varios niños alrededor, sentados en el suelo, pero a mí me sentó encima de él y allí fue cuando empezaron los tocamientos».

Ha detallado lo que ocurría cuando dormían la siesta en la parroquia: «Los demás estaban en otra habitación, pero a mí me encerraba en la suya con la puerta cerrada y allí empezaron más tocamientos y más abusos». «Los abusos eran tocamientos tanto por mis partes, eran... me besuqueaba», ha dicho.

La joven ha recordado cómo un joven de la parroquia les sorprendió en uno de los episodios: «Él vio a este señor acostado sobre mí. Yo estaba sin ropa y él estaba en ropa interior encima mía en el sofá».

Posteriormente, en el año 98 empezaron las violaciones «en más de 10 o 12 ocasiones». «Él me forzaba en su casa, en la parroquia», ha explicado entre lágrimas.

Ha contado cómo negó los hechos cuando se abrió una investigación a raíz de que el joven de la parroquia denunció lo que había visto ante la Justicia. «Me convenció para que yo, cuando tenía que ir a declarar cuando era pequeña, a todo yo dijera que no, que todo era mentira», ha explicado.

«Al ser una persona que lo ves como una persona superior, como alguien de arriba, dices 'bueno, si miento es él quien me lo está diciendo'. Yo pensaba que si a lo mejor decía la verdad, mis padres no me iban a creer porque era una niña, y cuando fui a declarar todo lo que dije, fue todo mentira», ha explicado sobre por qué negó en un principio que fuera víctima de abusos.

Denunció los hechos en noviembre de 2013, unos meses después de contárselo a su hermana mayor y a su padre, a raíz de haber visto un documental sobre niños víctimas de abusos. «Lo solté porque ya no podía más y lo solté», ha detallado.

Tras la confesión del acusado y el relato de la víctima, acusaciones y defensa han renunciado a que se practicara el resto del juicio por lo que la vista oral ha durado una media hora y el caso ha quedado visto para sentencia.

La Iglesia de Mallorca expulsó del sacerdocio a Pere Barceló en 2013 por considerarlo culpable de pederastia.