Vista del juicio por la muerte de David Grimaldos, joven electrocutado por una farola en Bunyola. | Jaume Morey

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El exalcalde de Bunyola y el exelectricista municipal han coincidido este jueves en su declaración como acusados en el juicio por imprudencia grave por la electrocución de un joven en agosto de 2014 con una farola defectuosa que nadie les había dicho con anterioridad que estuviera en mal estado.

En el juicio que se celebra en el Juzgado de lo Penal 4 de Palma, ambos se enfrentan a una petición de condena de 1 año y 6 meses de prisión por imprudencia grave con resultado de muerte por el fallecimiento de un joven de 18 años que estaba con su hermano y unos amigos celebrando la verbena de los quintos y murió electrocutado al apoyar los pies en una farola para saltar una valla.

La forense que hizo la autopsia ha declarado que el joven murió por electrocución cuando la corriente eléctrica le atravesó el cuerpo desde el pecho al pie y desencadenó un fallo cardíaco al pasar por el corazón.

Un ingeniero de Endesa que cortó la corriente e inspeccionó la instalación el mismo día del suceso ha asegurado que la farola «tenía mal mantenimiento» y presentaba un defecto ya que «había contacto entre un conductor activo que tenía tensión y la masa metálica exterior de la farola», por lo que existía el riesgo de que al tocarla diera corriente.

El especialista, responsable de explotación de baja tensión de Endesa ha añadido que ese defecto debería haberse desconectado por unas protecciones de la línea de alimentación de la farola, pero el cuadro general también presentaba mal mantenimiento. «Pudimos ver que esas protecciones estaban inhabilitadas, no estaban conectadas ni cumpliendo la función que debían cumplir de proteger la línea, la farola y a la gente que pasaba por la calle».

En su opinión como perito ha concluido que el accidente «se podía haber producido en cualquier momento antes». «Pasó lo que tenía que pasar», ha afirmado.

Un guardia civil que estuvo presente en la inspección ha dicho que «el cuadro era un desastre y no gobernaba realmente la farola».

Otros dos peritos que han declarado, ambos ingenieros, han cuestionado sin embargo que la corriente procediera de la farola y han señalado que podía tener origen en la valla metálica que intentaba saltar el joven, la rejilla adyacente o una señal de tráfico, tres elementos que estaban conectados mediante una cadena aquella noche.

El electricista acusado, ya jubilado, ha afirmado que, a simple vista, la farola estaba en buen estado y que cuando se hicieron pruebas de la toma de tierra después del accidente, funcionó adecuadamente.

El funcionario, que realizaba el mantenimiento de unas 600 farolas, ha atribuido el accidente a que algún animal hubiera dañado la farola o bien a que fuera manipulada. «Que hubiera un ratón o un saltamontes que hubiera hecho algo es normal, porque las ratas funcionan por todas partes», ha señalado.

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A preguntas de la fiscal sobre si podía haber algún cable suelto ha admitido que «se podía haber abierto, lo podían haber manipulado, no era la primera vez».

«Estas farolas nunca nos habían dado ningún tipo de problemas», ha dicho el electricista y ha dicho que no se revisaban salvo si las luces fallaban.

Ha precisado que en 2007 hizo un listado de material para cambiar porque «veía que aquello se iba deteriorando porque tenía mas de 40 años». «Cuando se cambiaba de alcalde le pasaba una lista de las cosas que me parecían más importantes», ha añadido.

Si bien tanto el exalcalde como el electricista han dicho que nadie les avisó de que esa farola estuviera defectuosa, un joven ha relatado en el juicio que en las fiestas de Bunyola del verano anterior al suceso sufrió un calambrazo al tocar esa misma farola y le quedaron las dos manos rojas. Aunque no le dio importancia, se lo comentó a su padre y a un policía local.

También dos vecinos que viven junto al lugar del suceso han contado que recibieron descargas de baja intensidad, uno de ellos al tocar la propia farola y el otro al retirar la valla y rozar con el codo la farola, pero las han comparado en intensidad con la sensación que produce la electricidad estática al tocar un coche o a otra persona.

La noche que murió el joven, uno de los guardias civiles que acudió a acordonar la zona también recibió una descarga. «Le dio calambre en el codo y salió la linterna disparada», ha relatado otro agente que ha declarado como testigo.

La primera sanitaria que atendió al joven tras la electrocución ha relatado que cuando lo conectaron para medir sus constantes vitales el monitor «daba una señal muy aberrante». En un principio pensaron que era porque el desfibrilador no funcionaba correctamente, pero cuando conectaron el del 061 ocurrió lo mismo.

Ha detallado que «el cuerpo daba una señal muy gruesa, un trazo gordísimo y totalmente aberrante». «Probablemente era porque estaba con una carga eléctrica alta», ha indicado.

El juicio seguirá este viernes con más peritos. Después de que este jueves haya habido un rifirrafe a las puertas del juzgado entre familiares de la víctima y amigos del exalcalde del PP, la jueza Francisca Ramis ha limitado el acceso de público y solo han entrado en la sala algunos familiares directos de los acusados y del fallecido y periodistas.

Para este viernes, la magistrada ha ordenado que no se permita siquiera el acceso al edificio de los Juzgados de público para este juicio, más allá de los familiares que ya han entrado este jueves a la sala y la prensa.