El presidente de la junta vecinal de Castrillo de los Polvazares (León), Esteban Salvadores, ha afirmado hoy que vio a Miguel Ángel Muñoz Blas, acusado de asesinar a la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem en abril de 2015, «hostigar» a otras dos mujeres que hacían el Camino de Santiago.
Salvadores ha testificado en el juicio que se sigue en la Audiencia de León contra Muñoz Blas, de 41 años, y ha precisado que desde que se denunció la desaparición de la peregrina «sospechó» del acusado, e incluso alertó a la Policía.
Ha precisado que, meses antes de la desaparición de la peregrina, un sábado vio como el acusado «caminaba en paralelo junto a una peregrina, a la que se dirigía sin que ésta siquiera volviera la cara, como si estuviera deseando largarse de allí».
«Otro sábado de varias semanas después volví a ver una situación parecida», ha explicado el alcalde pedáneo, quien ha precisado que se alertó por estos hechos dado el difícil carácter mostrado por el acusado.
Ha explicado que cuando llegó al pueblo se mostró como una persona normal e incluso algunos vecinos le ayudaron en la instalación de la casa prefabricada en la que vivía, aunque luego su actitud cambió, se volvió violenta y mostraba evidentes signos de enfado cuando alguien se acercaba por las proximidades de su finca.
«Un día que pasaba por su casa y fui a saludarle salió de forma muy, muy violenta y empezó a decir a voces que estaba harto de que la gente fuese por allí», ha señalado este testigo.
También ha explicado que continuamente recibía quejas de cazadores, pastores y vecinos que paseaban por esa zona por la actitud «hostil» y «chulesca» de Muñoz Blas, que pocos meses después de llegar a Castrillo ya no se relacionaba con nadie.
Igualmente, ha explicado ante el tribunal que coincidiendo con su llegada al pueblo «empezaron a suceder cosas extrañas como robos en las huertas, el cambio de señales indicadores del Camino de Santiago y el hallazgo de observatorios desde los que se podían vigilar a las personas que realizaban la Ruta Jacobea».
Ha detallado que un vecino denunció un suceso «especialmente grave» como fue el hallazgo de una tabla camuflada en un camino cerca de su casa con puntas clavadas hacia arriba, lo que podría haber supuesto un riesgo para las personas que pasasen por allí.
«Antes de su llegada al pueblo no pasaban estas cosas y desde que no está tampoco», ha recalcado el alcalde pedáneo.
Ha subrayado que le llamó la atención que el acusado «cambió radicalmente de look» al denunciarse la desaparición de la peregrina y se cortó el pelo y la barba.
Esta mañana también ha declarado en el juicio una empleada de Cajamar de Astorga, entidad bancaria en la que el acusado cambió el abril de 2015 una cantidad ligeramente superior a los 1.100 dólares que los investigadores creen que robó a la peregrina.
En su última versión en el juicio, expresada por medio de su abogado, ya que no quiso declarar, Muñoz Blas asegura que se los encontró.
La testigo ha explicado que el acusado se mostró contrariado cuando se le comunicó que no podía llevarse ese mismo día los euros resultantes del cambio y en un primer momento se marchó, si bien regresó a los pocos minutos y realizó la operación.
Aunque Muñoz Blas estaba siendo vigilado desde el primer momento, la Policía no tuvo conocimiento de esta operación bancaria hasta septiembre de 2015 y a la postre de convirtió en la prueba determinante que desencadenó su detención, que se produjo el 11 de ese mes en Grandas de Salime (Asturias).
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