En la última jornada del juicio que ha quedado este jueves visto para sentencia en la Audiencia de Palma, el acusado ha vuelto a negar haber abusado de su nieta, como ya hizo durante su declaración. «No soy culpable de nada de lo que se me culpa», ha asegurado en el turno de última palabra.
La fiscal ha modificado sus conclusiones y ha pedido que sea condenado a 6 años de prisión por un delito continuado de abusos, en vez de los 15 años por agresión que pedía inicialmente.
La acusadora pública considera persistente, concreto y coherente el relato de la menor sobre los abusos y ha destacado que la forma de contar lo ocurrido por parte de la niña, de manera deslavazada, da verosimilitud al relato.
Ha recordado al tribunal que, según la menor, su abuelo la besaba, acariciaba y chupaba, algo que ocurría en su furgoneta y su barca, así como en las viviendas de los abuelos en Palma y en la Colònia de Sant Pere cuando estaba a su cuidado y también en casa de su padre, desde que empezaron las visitas de fin de semana con su progenitor tras la separación de sus padres.
La representante del ministerio público cree lógico que la niña no denunciara antes los abusos porque creía que ese comportamiento era normal hasta que leyó un libro sobre reproducción sexual.
La fiscal ha subrayado que el testimonio exculpatorio del acusado se contradice con los testigos porque negó haber estado a solas con la niña cuando los padres lo han confirmado, y describió una conducta sexualizada de la menor hacia él que nadie más apreció.
Si bien la fiscal entiende que hubo ánimo libidinoso por parte del abuelo, cree que no usó la violencia sino su «prevalencia absoluta» respecto a la niña que confiaba en él. La fiscal cree en la «total franqueza» de la admisión de la niña de que no llegó a haber penetración.
El abogado de la madre, Alejandro Piqueras, que ejerce la acusación particular, ha mantenido la acusación por agresión sexual con intimidación que inicialmente planteaba también la Fiscalía, y ha pedido una condena de 15 años de prisión y alejamiento.
Ha discrepado de la calificación jurídica de la Fiscalía porque considera que el abuelo sí amenazó a la niña al decirle que si contaba lo que le hacía él iría a la cárcel y ella a un centro de menores.
Ha pedido que la condena sea por agresión porque «basta una invasión en el cuerpo de la menor» para que sea considerada penetración y cree en este caso la ha habido, y ha reclamado al tribunal que aprecie las agravantes de parentesco y de que la niña era menor de 13 años.
El abogado de la madre ha pedido además que el abuelo indemnice a su nieta con 20.000 euros por daños y perjuicios ya que sufre secuelas psicológicas.
El defensor, Eduardo Morey, ha negado que el hombre haya cometido ningún delito, ha asegurado que el relato de los supuestos abusos «carece de sentido» y ha pedido al tribunal un análisis crítico de la declaración de la menor.
Ha cuestionado la verosimilitud de episodios contados por la niña que considera sin lógica como que el abuelo pudiera abusar de ella en el sofá con su tía durmiendo al lado la siesta, o mientras su padre comía en la cocina, o incluso en la furgoneta mientras iba conduciendo.
El abogado ha llamado la atención sobre el hecho de que nunca nadie se diera cuenta de nada si el hombre se arriesgaba tanto como dice la menor al cometer los abusos, y estos ocurrían con gente por la casa y en habitaciones no cerradas.
Ha recalcado que una psicóloga que atendió a la menor la calificó de manipuladora y que su propio padre advirtió de que su hija había mentido en relación con una denuncia anterior.
Además, el abogado ha descartado que los intentos de autolesión de la menor tengan relación con los abusos cuando el primero de ellos se produjo varios años antes de la denuncia.
La psicóloga que entrevistó a la menor cuando se presentó la denuncia ha calificado ante el tribunal como «probablemente creíble» el relato que hizo la niña de los abusos porque contó detalles que no explicaba el resto de la familia y que no son propios «de una menor que no haya vivido esas situaciones».
Entre los criterios de credibilidad ha detallado que la niña explicó los episodios con cierta lógica pero de forma poco estructurada como es propio de un niño, que reproducía conversaciones con el abuelo, hacía correcciones espontáneas y se autoculpaba.
Según la psicóloga que ha declarado como perito, la niña empezó a autolesionarse para llamar la atención sobre que le pasaba algo, pero se avergonzaba y tenía miedo de contarlo. Ha destacado que la menor no obtenía ningún beneficio secundario al contar los abusos y ha descartado que actuara por una influencia externa.
Por su parte, un perito de la defensa que analizó al acusado no ha detectado en él ninguna patología psicológica ni nada que indique que miente. Ha cuestionado la credibilidad del relato de la víctima porque considera que es demasiado indeterminado y repite siempre los mismos tres episodios.
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