En una entrevista concedida a Europa Press, Da Silva ha asegurado que Cursach «corrompía a la gente de su entorno con vicios» para ejercer control sobre ellos llegando incluso a la extorsión.
El testigo mantiene que en una ocasión Bartolomé Cursach pagó un viaje a un político y al directivo de un banco y que les invitó a drogas, prostitutas y alcohol. El empresario, que ahora se encuentra en prisión, habría grabado todo y después utilizado el material para pedir «favores» a estas personas.
«Lo que quería era corromper a todo aquel que le pudiera servir», ha indicado Da Silva, que define a Cursach como «inteligente» y «astuto». En este sentido, Da Silva cree que el diputado Álvaro Gijón, al que otra testigo acusa de asistir a fiestas con cocaína y prostitutas, es «otro muñeco más de la colección de Cursach». También ha dicho que Cursach consumía cocaína ocasionalmente pero en cantidades mucho menores que las que ofrecía a su entorno.
«Mete en una trampa a sus víctimas», ha reflexionado Da Silva, que considera que el «error» del empresario ha sido «pensar que todo el mundo era corrompible».
De hecho, Da Silva ha recalcado que quienes defienden al empresario o no quieren declarar contra él es «porque han consumido favores de Cursach». Relata que, a raíz de la investigación, personas del entorno de Cursach no se atreven a contratar con las empresas del testigo -o incluso a tener relación con él- por miedo a posibles represalias.
Con todo, Da Silva asevera que no teme declarar contra el empresario y que no cederá a amenazas o sobornos. «A ellos les gusta cuando tienes miedo», ha señalado.
Acoso
Da Silva cuenta que llegó a tener una relación de confianza con Bartolomé Cursach en la época en la que el testigo mantenía un lavadero de coches. Posteriormente, dice el testigo que Cursach quiso echarle del local y que boicoteó su negocio para evitar que tuviera clientes y obligarle a cerrar.
Sin embargo, cuando más tarde intentó abrir otro negocio en Calvià, cerca de otros establecimientos de Cursach, Da Silva continuó sufriendo episodios de acoso por parte del entorno del Grupo del ocio nocturno, según ha denunciado. Entre otros ejemplos, ha relatado ante el juez cómo empleados de Cursach esparcieron basura frente a su local para espantar a los clientes.
Cocaína y sobres con dinero
No obstante, siempre según la versión del testigo, en el periodo en el que los dos empresarios colaboraban, Da Silva visitó en varias ocasiones la finca de Puntiró, donde corrobora que Cursach tenía cocaína.
En cuanto a las fiestas con prostitutas, Da Silva ha indicado que no ha presenciado ninguna pero que oyó hablar de ellas, así como del prostíbulo en la calle Lluís Martí del que habló una testigo protegida.
Asimismo, Da Silva también ha confirmado las entregas de sobres con dinero a policías y funcionarios involucrados en la presunta trama corrupta. Según ha explicado, Sbert era quien recogía y repartía el dinero directamente de Cursach, a quien el testigo vio personalmente preparar los sobres en su casa de Son Rapinya.
Denunció en 2009
El empresario denunció todos estos hechos ante la Policía en 2009 pero dice que no le tomaron en serio y que le indicaron que no se metiera «con don Bartolomé». «Meterse con Cursach en esta época era un callejón sin salida», ha subrayado.
Da Silva también confeccionó una página web, soyelreydelanoche.com, en la que parodiaba los logos y el nombre del Grupo Cursach y acusaba al empresario -al que se refería con el nombre 'Bart'- de diversas prácticas delictivas. Fue denunciado por Cursach y condenado en 2010 por calumnias, por lo que ahora el testigo destaca que fue encausado por publicar «los hechos por los que hoy Cursach está en la cárcel».
Fotografías pedófilas
Este testigo denunció ante el juez que había visto fotografías de contenido pedófilo del empresario, tomadas en un viaje a Brasil. Se las mostró un empleado de Cursach en la finca, llamado Álex, con quien había entablado amistad.
Da Silva confiesa que se sintió tentado de robar una de estas fotografías pero que su amigo no se lo permitió. No obstante, sí las mencionó en su página web, proporcionando detalles -por ejemplo, que estaban guardadas en una caja de zapatos-, y dando a entender que él mismo tenía una copia.
Esto provocó que otro de los investigados, Bartolomé Sbert, le amenazara «en repetidas ocasiones» exigiéndole que le entregara las fotografías, según relató el testigo ante el juez Manuel Penalva.
Otro empleado llamado Chema, que realizaba trabajos de pintura, también tenía fotografías de este tipo. Tanto el pintor como el cuidador de la finca eran adictos a las drogas. Según éste y otros testigos, Cursach era quien les facilitaba la droga, ya que era una forma de ejercer control sobre ellos y desacreditarlos.
De hecho, Da Silva ha explicado que Chema dependía de Cursach hasta el punto de que estaba «enganchado psicológicamente». Cursach «le decía 'has muerto' y le castigaba retirándole el saludo durante meses», ha contado el testigo.
3 comentarios
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La indefensió real és la del jutge, que ha de lluitar tot sol amb el fiscal contra forces molt poderoses. On són els polítics, la judicatura honesta, la societat civil per fer costat al jutge? Ens estam jugant el futur d'una societat mínimament decent o quedar en mans d'una màfia corrupta per unes quantes generacions. Endavant, Penalva i Subirán, som molts darrere voltros, encara que no lladrem
No todo el mundo se corrompe por las buenas.
Si este señor es tan listo como parece, lo de grabar lo que hacían los demás es de cajón. Si tienes una prueba incriminatoria los tienes en tus manos.