El autor confeso de la agresión, ayer, en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Palma. | Pere Bota

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Un varón de 34 años admitió este martes ante el tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia de Palma haber abusado sexualmente de una chica de 14 años en Biniamar, en mayo de 2015. El acusado había sido condenado por otra agresión sexual a una menor, pero ya se encontraba en tercer grado y disfrutaba de un permiso cuando atacó a la joven en Biniamar. En el juicio de este lunes, el procesado, Antonio L. M., confesó de forma espontánea los hechos que se le imputan. La fiscal pide inicialmente 12 años de cárcel para el acusado. El juicio continuará este miércoles en la Audiencia.

Los hechos ocurrieron sobre las 18.30 horas del 1 de mayo de 2015 en Biniamar. La joven iba de casa de unos amigos donde se había celebrado una comida familiar a la suya andando por un camino, cuando se encontró con el agresor. Antonio L. M., que por esa época vivía en Inca, manifestó que cogió por el brazo a la menor y le dijo que le acompañara. Ella, presa del pánico, se resistió pero él la obligó a que le siguiera.

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Antonio L. M. le hizo saltar un muro de piedra para ir a una zona boscosa. Allí la obligó a tumbarse en el suelo y le dijo que se quitara la ropa excepto las braguitas. Antonio relató que empezó a tocarle los pechos y los genitales. Mientras estaba encima de ella con los calzoncillos eyaculó y después obligó a la chica a realizarle una felación. Antonio volvió a eyacular, según confesó este lunes, y después se marchó. El acusado indicó que mientras abusaba de la joven le dijo «que no se preocupara porque no la iba a violar, no la iba a penetrar». En su declaración reconoció que era consciente de que «estaba mal lo que estaba haciendo», pero ese día «se me cruzaron los cables».

Los padres de la chica se extrañaron al llegar a su casa y no verla, ya que la distancia que debía recorrer a pie era corta. La llamaron insistentemente por teléfono y como no respondía el padre salió en su búsqueda por el camino que tenía que haber realizado. Poco después la encontró corriendo de regreso a casa, muy nerviosa, y les contó lo ocurrido.
Los padres de la menor indicaron que la vida de su hija «cambió» tras sufrir la agresión sexual. «Tenía miedo a todo el mundo, había que acompañarla hasta la puerta del instituto y recogerla y se encerraba en su habitación y no quería salir a la calle», explicaron. A consecuencia de la agresión, la menor que este lunes declaró ante el tribunal de la Audiencia a puerta cerrada, precisó tratamiento psicológico por las secuelas padecidas.