Así lo ha indicado la interventora de armas de la demarcación de Manacor en su declaración durante el juicio por el asesinato de un hombre a tiros en un bar del municipio.
El titular legal del arma la compró en mayo de 1997 y murió en noviembre del mismo año. De este modo, llevaba 17 años fallecido en el momento de los hechos.
Además, desde ese año el arma figuraba oficialmente como inutilizada, si bien la investigación para esclarecer el asesinato ha podido comprobar que el arma puede realizar disparos.
Sobre esto, la interventora ha explicado que tras el fallecimiento del titular legal no tienen constancia de ningún procedimiento relacionado con este arma -como por ejemplo, una transmisión a otro titular- y que se le perdió «totalmente» la pista.
La pérdida del rastro del arma, ha continuado, se debe, principalmente, a que las armas certificadas como inutilizadas no están obligadas a pasar revista. Las autoridades pueden solicitar revisarlas en cualquier momento, pero no es una práctica habitual porque hay muchas en Baleares.
Además, la interventora ha indicado que el arma ha sido manipulada, con el cañón cortado, y ha sugerido que se pudo cortar para deshacerse de la taponación de soldadura con la que se habría inutilizado en 1997.
Debido a esta manipulación, dado que el arma ya no tenía las medidas del fabricante, el revólver no pudo haberse comprado de forma legal en ninguna armería.
El arma, un revólver del calibre 38, fue hallada en el taller del acusado. El presunto homicida tenía una licencia de armas tipo F -armas de concurso-, pero según la testigo para tener y utilizar este revólver sería necesario una licencia tipo A -cuerpos de seguridad y militares- o tipo B -defensa personal-. Sobre esta última clase, la interventora ha apostillado que es restrictiva y que en su demarcación hay menos de cinco personas con esta licencia.
Cabe señalar que el acusado se enfrenta a sendos delitos de asesinato y tenencia ilícita de armas. Por el primero el fiscal pide 20 años de prisión y por el segundo, dos años.
Por otro lado, también ha declarado el médico de la prisión que atendió al acusado cuando fue ingresado. El testigo ha declarado que el hombre estaba «tranquilo» y «emocionalmente estable» y que no presentaba ninguna patología ni depresión.
También ha dicho que el acusado había acudido anteriormente a los servicios de un psiquiatra porque se sentía deprimido, pero que le recetó un tranquilizante suave y no un antidepresivo.
Los hechos tuvieron lugar el 24 de junio de 2014 en un bar de la localidad mallorquina de Porto Cristo, en el municipio de Manacor. El presunto asesino acudió al bar con un arma de fuego entre las 07.00 y las 07.40 horas, antes de que abriera al público el establecimiento, ya que la víctima estaba limpiando el local.
Según el escrito del fiscal, tras mantener una breve conversación, el hombre habría disparado contra el propietario del bar, que mantenía una relación sentimental con la esposa del acusado.
Se hallaron dos proyectiles en el cuerpo de la víctima, que murió por destrucción de centros vitales a causa de un shock hemorrágico.
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