Manuel R.M. acusado del asesinato de su exmujer María del Castillo Vargas, hija de la cantaora Juana Vargas, a su llegada este miércoles al juicio donde el jurado popular ha leído su veredicto considerándolo culpable. | Efe

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Un jurado popular ha declarado este miércoles culpable por unanimidad a Manuel R.M. de asesinar de 40 puñaladas en el mes de diciembre de 2015 en la localidad sevillana de Lebrija a su expareja, la hija menor de la cantaora flamenca Juana Vargas.

En un veredicto hecho público este miércoles en la Audiencia Provincial de Sevilla, el jurado ha declarado al acusado culpable de los delitos de asesinato con alevosía y ensañamiento, maltrato habitual, allanamiento de morada y quebrantamiento de medida cautelar, ya que incumplió la orden de alejamiento que tenía respecto a su exmujer.

De este modo, el jurado ha declarado al acusado culpable de haber matado a la víctima «de forma intencionada y sorpresiva, aumentando innecesariamente su dolor», así como de haber ejercido sobre su exmujer «violencia física y psíquica» de forma «habitual», de haber quebrantado la orden de alejamiento y de haber accedido a la vivienda de la fallecida «en contra de su voluntad».

Asimismo, el jurado ha considerado no probadas y ha rechazado las tres atenuantes alegadas por la defensa del acusado, como son las de actuar bajo los efectos de las drogas; arrebato u obcecación, y confesión. Una vez conocido el veredicto, la magistrada-presidente del juicio dictará la sentencia en los próximos días, según han indicado fuentes judiciales.

Así, el jurado ha declarado probado que el acusado, pese a tener conocimiento del auto donde se le imponía la orden de alejamiento, acudió sobre las 4,30 horas del día 9 de diciembre de 2015 a la vivienda de su exmujer y, «guiado por el propósito de acabar con su vida», accedió al inmueble «de forma sorpresiva» por la ventana del dormitorio principal.

«Celos»

Una vez en el interior de la vivienda, el acusado «aprovechó» que la víctima se encontraba «sola» y «dormida» en el sofá, entablándose «una fuerte discusión» entre ambos motivada por los «celos» del investigado, que quería ver los mensajes de su teléfono móvil, en el marco de la cual le golpeó y tiró de los pelos «con evidente ánimo de acabar con su vida».

Seguidamente, y según ha considerado probado el jurado, el acusado se dirigió a la cocina del domicilio y cogió un cuchillo con el que fue hasta la víctima, quien, «en un vano intento de salvar la vida», se descolgó por el balcón de la terraza, tras lo que el acusado la siguió saltando también por el balcón y, una vez en la calle, «se abalanzó» sobre ella y le asestó 40 puñaladas en distintas partes del cuerpo, provocándole un sufrimiento «que no era necesario para causarle la muerte».

Una vez conocido el veredicto del jurado, la Fiscalía ha mantenido su petición para el acusado de 25 años de cárcel por un delito de asesinato; tres años por un delito de maltrato habitual; dos años de cárcel por un delito de allanamiento de morada, y un año de prisión por un delito de quebrantamiento de medida cautelar, solicitud a la que se han adherido las acusaciones ejercidas por la familia de la víctima y por la Junta.

Además, han pedido que el acusado indemnice con 150.000 euros a cada uno de los dos hijos menores de la pareja y con 120.000 euros a la madre de su exmujer, ya que el padre ha fallecido.

Pide «perdón» a la familia de la víctima

De su lado, la abogada del imputado ha reclamado que se le impongan las penas en su grado mínimo.

En la última sesión del juicio, Manuel R.M. hizo uso de su derecho a la última palabra para pedir «perdón» a la familia de la víctima y asegurar estar «muy arrepentido» por lo sucedido.

En su declaración en el juicio, el acusado atribuyó las lesiones a un «forcejeo» entre ambos y aseguró que fue ella quien se lanzó por el balcón. «Yo eso no se lo he hecho a mi mujer, no es cierto que la acuchillara», apostilló.

El acusado relató que, el día de los hechos, fue al bar de El Cuervo donde ella trabajaba para hablar, pero le comentó que, como había clientes delante, mejor se fuera a su casa cuando cerrara el bar y la esperara allí.

De este modo, y según su relato, el acusado se dirigió a la vivienda de la hija menor de Juana Vargas y vio la luz encendida, por lo que llamó a la puerta, pero como «no abría» optó por subir y entrar por una ventana, encontrando a la víctima «despierta» y «sentada en el sofá», aunque añadió que, entonces, ella se levantó, cogió el teléfono móvil y se fue a la cocina.

«Nunca he tenido problemas con ella»

El acusado narró que él también fue a la cocina y le pidió el móvil, momento en el que ella «cogió un cuchillo» de la encimera de la cocina y le «cortó en los dedos». «Me abalancé y le quité el cuchillo», indicó, agregando que entonces se produjo un «forcejeo» entre ambos en el marco del cual él se echó hacia atrás y, entonces, ella «se dio en el cuello» con el cuchillo, tras lo que salió de la cocina y, según su versión, se tiró por el balcón.

«Me fui al balcón y me la encontré ya en el suelo» rodeada de «un charco de sangre», manifestó el acusado, quien dijo que, como estaba «nervioso y en shock», él también saltó por el balcón, fracturándose una muñeca y un tobillo, tras lo que se acercó a la víctima, pero debido a las lesiones que había sufrido en la muñeca «no podía ayudarle», por lo que decidió coger su vehículo, que estaba aparcado en las inmediaciones de la vivienda, y se dirigió a la Policía Local.

Los agentes «vieron que tenía sangre en las manos», afirmó el acusado, que aseguró que les relató a los policías que su expareja «se había tirado» por el balcón, que «estaba en el suelo» y que «fueran a ayudarle», ya que desconocía «si estaba viva o muerta».

«Nunca he tenido problemas con ella» y «jamás en la vida se me ha pasado por la mente hacerle eso a mi mujer», llegó a afirmar durante su declaración.