El matrimonio senegalés, con su hija, junto a los agentes Francisco Medina (izq.) y Juan Sirviente, en el piso de Magaluf. | Alejandro Sepúlveda

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«Casi atropellamos al pobre hombre. Estaba tan nervioso que salió a la calle pidiendo ayuda para su mujer y cuando nos vio se abalanzó sobre nuestro coche patrulla, para que nos detuviéramos. Subimos corriendo al piso y la parturienta estaba en el suelo de una habitación, con el bebé saliendo. Tuvimos que reaccionar rápido y ayudarla». Dos guardias civiles auxiliaron a una inmigrante senegalesa de Magaluf que se puso de parto en su casa. Pese a los momentos de gran nerviosismo y tensión, la historia tuvo un final feliz y la pequeña Aminta nació en perfecto estado.

El pasado día 2, poco antes de las nueve de la mañana, los guardias civiles Francisco Medina y Juan Sirviente patrullaban por la Avenida s’Olivera. Lo que iba a ser una guardia normal se convirtió en una jornada que no olvidarán en su vida. Serigne, un senegalés de 51 años, de gran corpulencia, lleva veinte años viviendo en Mallorca y hace nueve meses pudo traer a su esposa a la Isla. Él trabaja como portero de un local y ella está en el paro.

Embarazada

Al poco de llegar Alimatou, de 34 años, quedó embarazada y a principios de este mes salía de cuentas. La noche anterior acudieron a un hospital, pero a las tres de la madrugada les dijeron que volvieran a casa porque el parto se había retrasado. Horas después, la mujer comenzó con las contracciones y acto seguido el bebé empezó a salir, en su piso de Magaluf. Fue entonces cuando Serigne, el esposo, salió a la calle desesperado, pidiendo ayuda para su mujer.