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Los médicos forenses que intervinieron en el caso de la mujer asfixiada en Palma en 2016 detectaron, en el momento de la autopsia, alrededor de 26 lesiones. Seis de ellas fueron heridas contusas en la cabeza, que podrían corresponder a los impactos de la tetera forjada, diez heridas en la cara y una decena de heridas más, incluidas las del estrangulamiento que le causaron la muerte.

Así lo han explicado este miércoles, en la tercera sesión del juicio a J.M.C.G., un hombre de unos 60 años, que está siendo juzgado durante estos días en la Audiencia Provincial por un jurado popular.

La Fiscalía pide 25 años de cárcel por asesinato. La defensa rechaza este relato, y pide la absolución y subsidiariamente que se considere un delito de homicidio, con una pena de siete años de prisión. Los hechos ocurrieron en noviembre de hace dos años en el barrio de Son Cotoner.

Los forenses han descrito que «hubo una agresión clara» y que el agresor «estuvo un tiempo». «Hubo muchos golpes, aunque al principio solo detectamos 11 porque estaba manchada de sangre», han recalcado.

Preguntados por si hubo daño exagerado, ambos han considerado que «sin ninguna duda» y, aunque no han podido concretar el espacio del tiempo entre los primeros golpes, que se produjeron en la cocina, y el estrangulamiento, que habría tenido lugar en el baño, han señalado que «en el momento que decide asfixiarla, sabe que esta viva».

Además, han precisado que algunos de los rastros de sangre parecen indicar que «se hubiera manipulado la escena».

Por su parte, el médico del Hospital Universitario de Son Espases que atendió al investigado ha explicado que no encontraron «ningún signo alarmante» y que si lo hubieran hecho «no se le podría haber dado el alta».

En un sentido similar se ha expresado la médico forense que entrevistó al presunto agresor. «No se detectó ninguna patología mental grave que afectara a sus capacidades cognitivas ni volitivas; que afectasen a su conocimiento o a su voluntad», ha aseverado.

De esta manera, ha señalado que «no hay dudas» y que «tanto en la exploración en urgencias, en la investigación y en el seguimiento posterior» no se encuentra «un trastorno delirante».

En referencia al escrito encontrado en el lugar de los hechos en el que el supuesto agresor pide que «Dios le perdone», la forense ha dicho que no se corresponde con el proceder de «una persona delirante» ya que esta consideraría que «ha hecho lo correcto».

Por su parte, un perito propuesto por la defensa ha defendido que el acusado padece un «trastorno delirante con signos paranoicos» y que a raíz del matrimonio con la víctima «algunos de sus temores, desconfianzas y sospechas se confirmaron».

Un perito asegura que «es posible» que esté engañando a todos

Además, ha explicado que «él sabía lo que hacía en todo momento» pero que debido a su trastorno podría ser «inimputable», aunque al ser preguntado por si es posible que el acusado esté engañando a todos, ha dicho: «Es posible». También ha relatado que el acusado llevaba una «vida con cierto misticismo y espiritualidad».

En un momento, la presidenta del tribunal, Samantha Romero, ha tenido que intervenir para rebajar el tono de la conversación entre el perito y la representante del Ministerio Fiscal. Dentro de la acalorada conversación que se estaba produciendo, esta le había pedido brevedad y el perito le había contestado: «Las brevedades no son buenas».

El juicio continuará este jueves con la emisión de conclusiones definitivas, el turno de última palabra y otros trámites.

Cabe recordar que este martes un inspector del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) que participó en la investigación explicó que el acusado confesó los hechos «espontáneamente». «Dijo que había discutido con su mujer, que le había golpeado varias veces con una tetera y que, después, la había estrangulado», detalló.

Asimismo, los hijos de la mujer estrangulada aseguraron que es «absurdo» que su madre amenazase al acusado con suicidare, tal como dijo que ocurrió el investigado, y que, además, fue él quien le pidió matrimonio a los pocos meses de empezar su relación, cosa que los hermanos consideraron que era algo «precipitado».

Los hijos también relataron que el acusado era «muy posesivo» y que es «posible» que sintiera «celos» de la buena relación que había entre los cinco hermanos y su madre. Todos los hijos que estaban en el día a día de la madre coincidieron en que la degradación de la relación con el investigado empezó «unos meses antes de la boda».

En la primera sesión del juicio, que tuvo lugar este lunes, el acusado declaró que después de golpearla con la tetera ingirió una gran cantidad de pastillas y que no recuerda nada más hasta que salió de las dependencias policiales.

Mantuvo que no recordaba haberla estrangulado hasta asfixiarla, ni cuántas veces la golpeó.

Asesinato u homicidio

La línea de las acusaciones -además de la Fiscalía hay una acusación particular y el Govern ejerce la acusación popular- se centran en intentar demostrar que el hombre mató a su mujer sin que ésta pudiera defenderse. Por ello, las acusaciones califican los hechos de asesinato, que comporta una pena mayor que el homicidio.

Por este motivo, en su escrito la Fiscalía hace hincapié en que la mujer había consumido alcohol y que ello le impedía defenderse «eficazmente», y acusan al hombre de haber aprovechado esta circunstancia.

La Fiscalía señala que después de golpearla con una tetera de hierro forjado, el acusado dio a la víctima por muerta y ésta logró levantarse e intentó huir apoyándose en las paredes del pasillo. Sin embargo, según la fiscal, el hombre la alcanzó en la puerta de la calle y la llevó hasta el baño, donde la estranguló con sus manos hasta que la asfixió.

Además de la pena de 25 años de prisión, el Ministerio público también solicita una medida de libertad vigilada por cinco años con alejamiento para los cinco hijos de la mujer y una indemnización de 120.000 euros para cada uno.

La defensa pide que se aprecien varias atenuantes: reparación del daño, alteración mental y confesión.