Un kilo de droga llegado desde la Península cuesta a los narcos 28.000 euros, pero si llega directamente en barco les sale a 26.000. | Alejandro Sepúlveda

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Las embarcaciones de recreo se han convertido en la principal ruta de entrada del narcotráfico en Baleares. Según información policial a la que ha tenido acceso Ultima Hora, en el transcurso de la segunda fase de la Operación Ludar', a cargo de la Guardia Civil, los investigadores detectaron las diferentes rutas de entrada de la droga a la Isla.

Hasta la fecha, una de las más utilizadas eran las ‘caletas', es decir, el doble fondo en vehículos llegados desde la Península en barcos de línea regular (Barcelona y Valencia).

Organizaciones

Desde hace un tiempo, sin embargo, los narcotraficantes prefieren encargarles a organizaciones colombianas, eslovenas o búlgaras, la entrada de grandes cargamentos de cocaína o heroína a través de embarcaciones de recreo. Fuentes policiales confirman que un kilo de droga llegado desde la Península puede tener un coste de unos 28.000 euros, pero si la ruta de entrada es directa mediante una embarcación, el precio disminuye hasta unos 25.500 o 26.000 euros por kilo.

Una vez en tierra, los diferentes clanes adulteran la droga triplicando el producto. La Guardia Civil, gracias a la incorporación del «Indago 2», un potente y moderno dron, consiguió sobrevolar de forma silenciosa el poblado de Son Banya, a cientos de metros de altitud. El pájaro mecánico, dotado de potentes infrarrojos, fijaba los objetivos e identificaba a los numerosos aguadores o vigilantes que exclaman ‘¡agua! para advertir a sus compañeros de la presencia policial.

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Las vigilancias y seguimientos a los que fueron sometidos los narcos resultaron mucho más complejos que en otras ocasiones. La Benemérita detectó desde el primer momento una gran cantidad de aguadores con prismáticos colocados estratégicamente desde la rotonda de Mercapalma hasta en los tejados de las chabolas. Con esta operación, la Guardia Civil deja en la UCI a los narcotraficantes del poblado. Los investigadores confirmaron que el ‘modus operandi' de los clanes gitanos ha sufrido cambios significativos.

A día de hoy, cada uno de los 25 puntos de venta del poblado cuenta con escasos 50 gramos de cocaína en el plato preparados para atender a los clientes. Una vez acabado el género, un integrante de la organización se desplaza hasta un piso satélite o lugar para reponer.

Droga escondida

La Guardia Civil también ha descubierto que los clanes prefieren esconder la droga en fincas de terceras personas sin vinculación alguna con ellos para evitar ser descubiertos. Este método es una copia del que realizan de manera habitual los grupos criminales marroquíes que se dedican al narcotráfico en Balears. Esta nueva forma de proceder tiene ventajas y desventajas. Si bien es cierto que dificulta la labor policial, no es menos cierto que la cocaína o heroína están al descubierto en una zona no vigilada. Este punto puede acarrear robos por parte de clanes rivales.

Policía y Guardia Civil extreman el control para evitar una guerra de clanes

El poblado de Son Banya está en la ‘UCI', pero la Guardia Civil y la Policía Nacional están extremando la vigilancia para evitar una guerra de clanes. En el poblado, desde hace varios meses, nadie se fía de nadie. La desarticulación de los clanes de ‘El Pitillo', ‘Los Andujar', ‘La Carmen' y ‘El Moreno' no ha hecho más que acrecentar la idea de que hay ‘chivatos' que están ‘vendiendo' a los clanes rivales. Los detenidos, tanto en el poblado como posteriormente en sede judicial, no cesaron de amenazarse de manera visible y pública.