El acusado del crimen declaró el lunes ante el juez e ingresó luego en prisión. | Alejandro Sepúlveda

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Los investigadores tienen la certeza de que el acusado del crimen del cineasta holandés no lo sacó del poblado y lo trasladó al hospital en un gesto de buena voluntad, sino que fue obligado por los clanes gitanos que controlan la noche en el supermercado de la droga y que lo último que quieren es mala publicidad.

Adrián F.F., el encarcelado de 19 años, se encontraba esa madrugada en el poblado porque al parecer su novia vive allí y él, además, consume sustancias estupefacientes y frecuenta Son Banya. Tras toparse con Wouter Van Luijn, el cineasta holandés de 34, los investigadores creen que reparó en su aspecto. No era el típico yonki que acude a altas horas de la madrugada al suburbio, sino que tenía un aspecto más distinguido, era extranjero, y llevaba 700 euros en la cartera.

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Según Adrián, discutió con Wouter porque éste empezó a orinar en la calle Cinco. Le propinó entonces varios puñetazos y el cineasta empezó a convulsionar. No por la violencia de la agresión, sino porque no lo sabía pero padecía un aneurisma en la base del cráneo. Fue entonces cuando los narcos exigieron a Adrián que sacara de inmediato al holandés de Son Banya: «El marrón te lo comes tú», le advirtieron ante la posibilidad de que muriera allí mismo.

Fuentes policiales explicaron que el guetto está en imparable decadencia, pero que los narcos no quieren que cunda la alarma entre los compradores sobre su seguridad en aquellas calles.