Adrien y su abuela, Ana Alemany. | Ultima Hora

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Algunos niños alojados con su familia en el hotel Sol Palmanova II, de cuatro estrellas, paran al hombre corpulento del polo azul y le piden una foto. El gendarme Adrien Jiménez accede y les presta su chaleco antibalas para la fotografía. Ha pasado un mes en las Patrullas mixtas de Calvià, junto a la Guardia Civil y un carabinieri. Este es su segundo año. «Es una experiencia estupenda. Nos sirve para ver cómo trabaja el resto de cuerpos europeos».

El agente nació hace 30 años en Palma. Es nieto de Alfonso Jiménez, un guardia civil de Deià que conoció en s’Arracó a su mujer, Ana Alemany. El joven gendarme vivió en un piso de la calle Industria con sus padres y fue a la escoleta Pinocho hasta los 5 años. «Mi padre es fisioterapeuta y mi madre, podóloga. Tenían aquí un local, pero decidieron volver a Francia».

Una parte de su familia, incluida su hermana y su abuela, reside en la actualidad en la Isla. «Mallorca es un pequeño paraíso, me hace feliz pensar que mi abuelo fue Guardia Civil aquí». Su abuelo falleció cuando el gendarme tenía solo ocho años. Apenas tiene recuerdos de él. «En mi familia dicen que sigo sus pasos porque nos parecemos mucho físicamente».

Jiménez estudió Publicidad. Al acabar la carrera trabajó en una empresa y a los 27 años decidió convertirse en gendarme. «Quería entrar en el ejército y me recomendaron que mejor probara en la Gendarmería. Lo que me gusta de mi trabajo es el contacto con la gente».

El agente se levanta ilusionado a diario. «Para mí esto no es trabajar, me da igual si tengo que hacer 18 horas». Está destinado en una base situada en el puerto de Le Havre, en Normandía. «Nos encargamos de la seguridad de eventos, protección de embajadas o las 24 horas de Le Mans», explica.

Pretende retirarse en Mallorca. «He nacido aquí y volveré. Seguro».