Fachada del chalé de Colmenar de Oreja en el que dos mujeres fallecieron al ser atacadas por sus perros. | Efe

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Los dos dogos de Burdeos que este miércoles mataron a dos mujeres en una vivienda de Madrid acabaron primero con la vida de su dueña, Luisa Pozas de 57 años. Cuando su hija Eva González Pozas de 41 años, trató de ayudarla los perros también se abalanzaron sobre ella, modiéndola mortalmente igual que a su madre.

Según fuentes de la investigación citados por varios medios nacionales los dos canes atacaron en primer lugar a su dueña, que era una gran amante de los animales. Tenía hasta cuatro perros en su casa de Colmenar de Oreja, en Madrid, y en las redes sociales solía compartir numerosas publicaciones sobre esta temática.

Justo un día antes de morir a dentelladas publicó en Facebook un vídeo a favor de los perros de las denominadas «razas potencialmente peligrosas», una categoría en la que no se inscriben los dogos de Burdeos.

Los investigadores creen tener elementos suficientes para reconstruir el relato de los hechos. De este modo la hija entró en el domicilio, al que había acudido para recoger a su madre para ir a trabajar, pero esta no contestaba. Fue allí donde se encontró con una escena espantosa.

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Su madre, probablemente ya fallecida, presentaba mordiscos por todo el cuerpo, una brutalidad y ensañamiento de los perros homicidas que los veterinarios especializados se están ocupando de desentrañar. Los animales están actualmente bajo custodia y han sido puestos en cuarentena.

La hija intentó auxiliar a su progenitora y también resultó atacada, aunque con menos saña que la primera. Sin embargo su cuerpo presentaba heridas letales, pues los perros la atacaron al cuello, directamente a la yugular.

Fueron los maridos de ambas los que se encontraron con la trágica escena, consiguieron encerrar a los animales y avisar a las autoridades. Después tuvieron que ser atendidos por unas fortísimas crisis de ansiedad. No era para menos, según relatan los que por su trabajo tuvieron ocasión de entrar en el domicilio.

El luto y la consternación cunden en toda la zona, a pesar de que las fallecidas no eran demasiado conocidas entre los vecinos. Se trata de una urbanización en la que muchas propiedades cuentan con perros de gran tamaño para protegerlas.