La Audiencia Provincial de Madrid ha celebrado este lunes el juicio contra Saliu B., nacido en Guinea Bissau y acusado de un delito de asesinato en grado de tentativa con la circunstancia agravante de parentesco.
El juicio ya fue aplazado el pasado 29 de enero para solicitar para el procesado un intérprete y no vulnerar así su derecho a la defensa.
La Fiscalía ha mantenido su petición de condena de 14 años de prisión, además de una orden de alejamiento que le prohíbe acercarse a su hijo a menos de 500 metros de su domicilio o lugar de trabajo durante 15 años.
Según el escrito de acusación, los hechos se produjeron sobre las 12:30 horas del 7 de noviembre de 2016 en Madrid, cuando el acusado se dirigió al dormitorio de su hijo con el que mantenía «desavenencias ante la negativa de éste a no dejar los estudios y dedicarse a la vida laboral, como le exigía el progenitor».
Ya en el interior del dormitorio, Saliu B. clavó un cuchillo de forma reiterada en la zona del abdomen de su hijo «sin que éste pudiese realizar acto defensivo alguno al hallarse tumbado en la cama y en situación de somnolencia».
Durante la vista, el acusado ha sostenido que apuñaló a su hijo «por accidente». Su versión es que el chico llevaba un cuchillo de unos 25 centímetros y tenía intención de herirlo.
Por ello, el procesado trató de arrebatarle el arma blanca a la fuerza y durante el forcejeo él se lesionó las manos y el hijo resultó herido de gravedad.
Saliu B. ha declarado que cuando se dio cuenta de lo sucedido, él mismo llamó rápidamente a la Policía y a los servicios de emergencia: «Si quisiera haber matado a mi hijo, no habría llamado a nadie».
Preguntado por su abogado, ha afirmado que su hijo solía pegarle e insultarle y que, a pesar de que este no fuma ni consume drogas, tiene un «carácter fuerte» que hace que no quiera «hablar con nadie» cuando se enfada.
Asimismo, en el turno de última palabra, ha dicho que lo único que quiere es «recuperar» a su hijo y «vivir» con él. «No estoy loco, nunca le haría daño», ha añadido.
Por su parte, la víctima no ha querido contestar a las preguntas ni del Ministerio Público ni de la defensa.
Además, dos médicos forenses han prestado declaración en calidad de testigos y ambos han coincidido en que las lesiones del hijo resultaron de «riesgo vital» y que «habría muerto» sin intervención quirúrgica urgente.
Han testificado también varios policías nacionales que acudieron al lugar de los hechos y han manifestado que dentro del «estado de nerviosismo» en el que se encontraba el padre, se mostró «colaborador» y parecía «exteriorizar» un arrepentimiento.
El letrado ha pedido al Tribunal la «libre absolución» de su defendido, puesto que apuñaló a la víctima para «defender su propia vida» que mediante el ataque de su hijo «podía perder».
Al finalizar el juicio, tanto el padre como el hijo han salido de la sala juntos y ambos se han estrechado la mano.
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