En esta ocasión, Subirán acudió al juzgado de guardia con la intención de ser examinado por un médico forense. Pretendía que le emitiera un informe detallado de su estado, en un supuesto cuadro de ansiedad, alteración y nerviosismo ocasionado por la instrucción y presiones del ‘caso Cursach'. Hizo estas exigencias ante un gran número de personas, que no daban crédito a lo que estaban presenciando.
Otra vez gritos, aspavientos, salidas de tono y un comportamiento en general inadecuado.
En un momento dado, varios funcionarios tuvieron que intervenir y recordarle que los forenses no realizan funciones de médicos de cabecera. De hecho, uno de los momentos de mayor tensión se produjo cuando el fiscal Miguel Ángel Subirán tuvo un enfrentamiento verbal con una secretaria judicial a la que, supuestamente, le pidió que saliera de su propio despacho. Ésta se negó y tuvo que intervenir el juez para poner orden. El escándalo fue de tal magnitud que el personal de seguridad tuvo que acudir, aunque no fue necesaria su intervención. En los días posteriores, abogados, personal de seguridad, forenses y jueces no hablaban de otra cosa. En Vía Alemania, lamentaban el incidente, que muchos atribuyen a la presión del caso.
Subirán se encuentra de baja laboral desde hace varios meses. Esta situación coincidió con la revelación de unas conversaciones de Whatsapp sobre la instrucción del ‘caso Cursach', que él investigaba. En estos chats, en los que también participaban el juez Manuel Penalva y policías del antiguo grupo de Blanqueo, se aprecian, entre otros, indicios de los presuntos delitos de prevaricación y detención ilegal.
Testigo protegido
Uno de los más controvertidos y polémicos testigos protegidos del denominado ‘caso Cursach' interpuso el pasado lunes una denuncia en la Policía Nacional en la que informa de unas supuestas amenazas. Según fuentes próximas a la investigación, el denunciante afirma que un amigo suyo que trabaja para un conocido grupo empresarial le ha comentado que «van a por ti». El escrito acusatorio del testigo genera dudas a los investigadores, al igual que el presentado hace unos días por un empresario de Calvià, en este mismo sentido de coacciones.