Josep Palouzié posa en su despacho del cuartel de San Fernando, durante la entrevista con este diario. Llegó en el verano de 2016 y ha trabajado siempre con suma discreción y profesionalidad. El 26 de diciembre dejará de ser el jefe de la Policía Local de Palma. | Alejandro Sepúlveda

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No es curioso, porque al lado de su escritorio tiene una caja fuerte empotrada que no ha abierto nunca. Tampoco mitómano, porque en el mueble de su despacho sólo tiene dos fotografías enmarcadas: una con el rey Felipe VI y otra con su gran amigo el general Juan Cifuentes. Josep Palouzié i Vizcaya (Barcelona, 1958) ha sido tres años y medio el jefe de la Policía Local de Palma, precisamente en la época más convulsa de este cuerpo, cuando el juez Penalva y el fiscal Subirán acusaron al cuartel de corrupción generalizada. Y casi acaban con él.

Es catalán, dirigió la policía en Girona, su jefe fue Puigdemont y pese a todo es españolista. ¿Cómo ha sobrevivido?
— Era otro momento histórico. Las cosas no estaban como ahora. Estuve cinco años con Carles Puigdemont cuando él era alcalde de Girona y yo, el intendente de la Policía Local.

El ambiente no estaba tan tenso.
— Yo, de hecho, recuerdo haber ido con Puigdemont a una fiesta de la patrona de la Guardia Civil un 12 de Octubre.

Es barcelonés, ¿cómo ha vivido los incidentes en su ciudad tras la sentencia del ‘procés'?
— Opino que fuera de la ley no hay nada. Quien se salta la ley se tiene que controlar. No hay margen de maniobra. Mi madre y mi hija están en Barcelona, así que lo he vivido muy de cerca.

¿Cómo calificaría la investigación de Penalva y Subirán?
— Tal investigación, como el sumario por supuesta corrupción policial, es incorrecta, por decirlo de una forma diplomática. Y la prueba es que se trata de una causa a la que le han surgido 50.000 problemas, precisamente porque es incorrecta. Se demonizó a la Policía Local y los medios de comunicación también tuvieron su parte de culpa.

Llegaron a imputar a medio centenar de policías o más.
— De esos cincuenta o sesenta que nombra hay una parte muy pequeña, unos diez, que pudieron haber hecho algo irregular. Otros, unos veinte, fueron imputados por no perseguir estas conductas y otros veinte porque pasaban por allí. Y otros también fueron imputados y ni siquiera pasaban por allí.

Juez y fiscal dieron credibilidad a una mentirosa compulsiva como la ‘madame', cuando acusó a la cúpula de mandos.
— Aquí todos estábamos alucinados. Que una testigo decía lo que decía de los comisarios Mut y Vera, por ejemplo. Que si prostitutas, que si les montaban un piso... ¡Si alguno de ellos no invita ni a un café!

¿Cómo fue su relación con la jefa política, la regidora Angélica Pastor?
— Pues debo decir que la relación fue extraordinaria. Ella tiene mucho carácter y unas ideas muy claras, pero no intervino en mi trabajo.

¿Y con la nueva regidora, Joana María Adrover?
— Lleva poco tiempo, así que nos conocemos menos. Es normal. Cuando ella llegó yo ya había dicho que me marchaba el 26 de diciembre.

Cuentan en el cuartel que sólo es realmente feliz cuando hace de reservista del Ejército.
— Sí, porque me mandan todos (risas). Soy capitán de Infantería de Marina honorífico.

¿Ha recomendado a su sucesor, el comisario José Luis Carque?
— No, no es mi amiguito. Lo conozco, nada más. También había un teniente coronel de la Guardia Civil interesado en la plaza de jefe en Palma, pero no tenía titulación de catalán.

¿Nota tensión en Palma por el tema del catalán?
— No, pero creo que es una lástima que las distintas variantes del catalán, como el mallorquín, se acaben perdiendo. Antes había diferencias entre el catalán de Girona y el de Barcelona. Ahora no. Se están unificando los idiomas. Es un catalán estándar que supone una pérdida cultural.