Una chica, de 16 años, acudió a una fiesta privada en compañía de unas amigas suyas. La misma se celebró en una vivienda particular y participaron una decena de personas.
En un momento dado, la joven se fue a la habitación junto a un chico de forma totalmente voluntaria. Una vez allí, comenzaron los tocamientos, besos y caricias mutuas. Según la denuncia interpuesta por la víctima, dice que en de una forma clara y concisa le dijo al chico que parara, pero que éste se puso sobre ella (vestido) y le hizo rozamientos y le tocó sus partes más íntimas. Acto seguido, los dos se quedaron dormidos.
A la mañana siguiente, se despertó la chica porque el joven le comenzó de nuevo a realizarle tocamientos indecorosos. Ella, tras mantener un forcejeo con su presunto agresor consigue que desista de su comportamiento.
Después, víctima y agresor, siguieron en la vivienda. La chica reconoce en su escrito de denuncia que durante la celebración de la citada fiesta privada, algunos de los participantes consumieron algún tipo de sustancia estupefaciente.