Bomberos durante una de sus varias actuaciones en el casco histórico de Santa Fe, en Granada. | Miguel Ángel Molina

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El enjambre sísmico que ha provocado ya más de ochocientos temblores desde principios de diciembre en el área metropolitana de Granada no parece dar tregua a una población que se mantiene en alerta, especialmente por los cinco terremotos de magnitudes superiores 4 grados registrados desde el pasado sábado.

«Llevamos muchos días con miedo. Lo que quiero es que mis niñas estén a salvo, quitarlas de todo esto», ha comentado con nerviosismo una mujer que ha pasado junto a los miembros de su familia -incluida la abuela mayor- las últimas noches fuera de su casa, en un coche aparcado en una explanada cercana al recinto ferial de Santa Fe.

Esta localidad próxima a la capital granadina es el epicentro no solo de la mayoría de los temblores, sino también de la intranquilidad y la inquietud que crecen entre los vecinos de la zona, que ven cómo la tierra sigue poniendo a prueba su paciencia y que no dejan de preguntarse cuándo acabará esta serie de temblores.

«Ya no sabemos cuándo puede venir otro terremoto más gordo. Estamos todo el día medio temblando y nos asustamos hasta con el ruido de un camión», comenta a Efe otro de los afectados que, al igual que decenas de familias del pueblo, ha pasado la noche al raso y apenas ha podido pegar ojo estas últimas noches.

Los registros del Instituto Geográfico Nacional (IGN) certifican que al primer terremoto de importancia del sábado, de magnitud 4,4, y a los otros tres prácticamente consecutivos de la noche del martes, de entre 4,2 y 4,4 grados, le siguió este jueves por la tarde otro temblor también de 4,4.

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Aunque todos estos seísmos no han llegado a causar daños estructurales, los desperfectos en fachadas, chimeneas, revestimientos y otros elementos ornamentales, unidos a la caída de ladrillos, azulejos y grietas, se cuentan por centenares en Santa Fe y en otras localidades próximas como Atarfe.

Este enjambre sísmico ha supuesto ya la coordinación por parte del servicio de emergencias 112 de casi un millar de avisos desde el pasado sábado en la provincia de Granada, que han conllevado 230 incidencias, mientras que las oficinas de atención puestas en marcha por los ayuntamientos de Santa Fe y Atarfe suman en torno a medio millar de reclamaciones tramitadas ante el Consorcio de Seguros.

La reiteración de temblores empieza además a preocupar por el «estrés» que puede suponer ya para muchas viviendas y especialmente para algunas construcciones históricas.
«Nos preocupa el agravamiento de desperfectos en viviendas, donde han aumentado las grietas, y en el patrimonio cultural como los históricos arcos de Loja y Sevilla, y la iglesia de la Encarnación», ha asegurado a Efe el alcalde de Santa Fe, Manuel Gil.

Coincide con él su homólogo en Atarfe, Pedro Martínez, un regidor que lleva días compartiendo el desasosiego de sus vecinos y que sigue de cerca los trabajos de evaluación de daños, que se han «agudizado» con los últimos temblores más fuertes.
En iconos patrimoniales y turísticos cercanos, caso de la Alhambra, sus técnicos también se afanan en inspeccionar cada palmo del conjunto monumental en el que, afortunadamente, no se han detectado daños que comprometan la estabilidad estructural, salvo en las almenas que coronan la Torre de las Gallinas, que han sido apuntaladas.

De momento, la Junta de Andalucía mantiene activa la fase de preemergencia del Plan de Emergencias ante el riesgo sísmico, dado que la situación sigue siendo la misma que cuando se activó el pasado 26 de enero, por temblores sin daños personales ni estructurales, aunque sí que ha intensificado la coordinación.

Desde los terremotos de 1979, en los que la provincia de Granada registró numerosos temblores durante seis meses consecutivos -ninguno de magnitud superior a 5-, los responsables de emergencias destacan que se ha avanzado mucho en capacidad de respuesta, conocimiento y coordinación, y también en cuanto a normativa sismorresistente y conductas de autoprotección de la población.