Pasajeros mallorquines del Costa Concordia a su llegada al aeropuerto de Palma días después. | Nuria Rincón
Palma09/01/22 3:59
Era un viernes 13 de 2012, hace ahora diez años. El crucero Costa Concordia, una mole de 17 pisos y 114.500 toneladas, lleva a 4.200 personas a bordo, entre ellas algunos turistas mallorquines. El capitán de la nave, Francesco Schettino, ha estado cenando con una joven bailarina moldava, que le acompaña al puente de mando. Poco antes de las diez de la noche el barco se acerca peligrosamente a la isla de Giglio, en la toscana italiana. Es una maniobra habitual para impresionar a los viajeros. Pero Schettino calcula mal y colisiona con las rocas del escollo, que abren una vía de agua en la aleta de babor. La nave queda herida de muerte.
2 comentarios
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Un capitán italiano de tipo Berlusconi,que podía ir mal,,,,,,,