Antonio Martínez, con camisa blanca, de camino al juicio. | Alejandro Sepúlveda

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El banquillo de las defensas corre por la banda. Esperan su turno para plantear sus cuestiones previas y se les nota con ganas. Cada vez que tienen el turno de palabra les cuesta contenerse. Les quedan tres o cuatro sesiones para terminar. Después habrá un largo parón en el juicio hasta que la Sala resuelva.

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El protagonista de este miércoles fue Antonio Martínez con casi dos horas de intervención y era el segundo día que hablaba. Su durísima intervención contra la instrucción recibió los primeros ademanes de aprobación de los acusados y felicitaciones del resto de defensas. Lo primero disgustó al tribunal: «No pueden hacer gestos, ya serán escuchados».

Frío en la sala de abajo, tranquilidad  en la de arriba
El juicio se celebra en dos salas de forma simultánea, a través de videoconferencia. En la de abajo están los acusados y la mayoría de defensas. Debe hacer frío porque Bartolomé Cursach no se quita la chaqueta. El aire acondicionado se regula en función de los magistrados que van cargados con togas. Los de arriba, apenas seis, viven más tranquilos. Eso, cuando el sistema de videoconferencia no se rompe y para el juicio.