«Se ha desprendido un bloque de hielo tan grande como dos campos de fútbol», ilustró el presidente de la región del Véneto, Luca Zaia. Más de sesenta familiares de las víctimas han llegado hasta Canazei, la localidad a la que han sido trasladados los restos, donde un equipo de psicólogos les preparan para reconocer los cuerpos o para esperar noticias de los desaparecidos en la que ha sido definida como la tragedia más grave de la historia de los Alpes.
Ahora el dilema de los que participan en las tareas de rescate es si inducir artificialmente el desplome de la porción de glaciar que aún amenaza bajo Punta Rocca, como un edificio de 15 pisos, y que podría desplomarse en cualquier momento, o dejar que la naturaleza y las altas temperaturas sigan su curso y provoquen lo que parece inevitable. Haciendo desprenderse el bloque de hielo que amenaza las labores de búsqueda, los socorristas podrían excavar a través de los bloques de hielo y roca para buscar los restos, pero sería aún más difícil porque los cuerpos serían sepultados de nuevo por toneladas de hielo.
Con la segunda opción, esperar a que pase el peligro, «los cuerpos podrían reaparecer en semanas o meses cuando se derrita el hielo que los enterró y algunos, sin embargo, puede que no se vuelvan a encontrar», explicó el jefe nacional del Salvamento Alpino, Maurizio Dellantonio. Ante el peligro, se está trabajando con drones y helicópteros que captan las señales de los teléfonos móviles si siguen encendidos, y que sólo bajan a los rescatadores en caso de recibir señales de las cámaras. Este método permitió recuperar ayer los restos de la séptima víctima. Por el momento, sólo se ha comunicado que podrían estar entre los fallecidos, ya que solo se ha identificado a tres víctimas, Filippo Bari, quien envió un foto a su familia minutos antes del desastre que le retrataba justo frente al glaciar; Davide Miotti, guía alpino, y su esposa Erica Campagnaro, de Cittadella, en la provincia de Padua, y padres de dos hijos de 25 y 16 años; otro guía del lugar, Paolo Dani, de 52 años, y el alpinista Tommaso Carollo.
Los expertos explican que durante cerca tres días en los 3.343 metros de Punta Penia se superaron los 10 grados y en el momento del desplome la temperatura era de 10,7. «Durante un cuarto de siglo, se ha formado una inmensa acumulación de agua bajo la parte del glaciar que se precipitó. El derretimiento que antes llevaba décadas se produjo en dos meses y no encontró salida en los arroyos subterráneos que vemos brotar al pie de los seracs, las fracturas de los glaciales. La presión del agua, entre el hielo y la roca, resultó ser una bomba: levantó el hielo para arrojarlo al vacío», explicó Gino Comelli, jefe del Rescate Alpino de Fassano.
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