Juan G. tenía 76 años cuando colocó una bombona de butano con la válvula abierta en el salón de su planta baja en la calle Pau de Capdepera. El 19 de julio de 2011, a las seis de la mañana, el hombre roció con gasolina las alfombras y el suelo de la casa. Colocó un bidón de 15 litros con restos de gasolina junto a la puerta de su habitación, donde dormía con su mujer, y provocó un incendio.
El septuagenario acababa de vender la vivienda presionado por las deudas que tenía. Su esposa se despertó aterrorizada tras la deflagración y ambos salieron del inmueble entre el humo y las llamas. Los desperfectos ocasionados por las llamas fueron tasados en 41.828 euros. El caso se empantanó en los juzgados de Manacor y hace tan solo unas semanas que llegó a la Audiencia de Palma.
Un tribunal de la Sección Primera ha decidido archivarlo porque Juan G., que en la actualidad tiene 87 años, no está en condiciones de ser juzgado. «Vistas las conclusiones del informe médico forense de fecha 6/6/2022 se desprende que el acusado padece una enfermedad neurológica diagnosticada como Parkinson, la cual es de tipo degenerativo, que le priva de asistir a un juicio», indica el auto. «En tales circunstancias carece de sentido alguno continuar la vista oral contra el mismo», añade. La Fiscalía reclamaba una condena de 12 años de cárcel para Juan G. por un delito de incendio. El Ministerio Público apreciaba la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas después de que la causa permaneciera paralizada durante años. El equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Manacor abrió una investigación de lo ocurrido. Los agentes pronto descubrieron de que se trataba de una venganza. Un ciudadano de origen búlgaro acudió a la planta baja incendiada y explicó a los guardias civiles que había comprado el inmueble al matrimonio y que llevaba los documentos que lo acreditaban. Juan G., que en aquellos años ya padecía la enfermedad, dijo que el hombre les había engañado.
–Toda la finca estaba a nombre de mi mujer, incluida la de arriba. Acambio de cuidarnos querían que yo les dejase la parte de arriba para arreglarla y vivir allí. Ellos no cumplieron con su palabra porque en ningún momento nos cuidaron. La mujer de Juan G. falleció hace unos años cuando la causa seguía enquistada en los juzgados de Manacor y todavía no había recalado en la Audiencia Provincial de Palma.
El 19 de julio de 2011, a las 17.00 horas, el acusado hizo una última declaración ante la Policía Judicial de Manacor.
–Esta es la historia que me ha llevado a la ruina. Yo tengo la enfermedad de Parkinson desde hace ocho o nueve años, parece que no tengo bien la cabeza para firmar préstamos y el poder notarial que representaba a mi mujer en la firma. Se han aprovechado de mí, estoy seguro de que me han emborrachado y drogado para que firmase.
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