Antoni Z. esperó a la Policía Local empuñando un whisky en el bar Goa de la plaza Progreso de Palma. Los agentes tardaron en llegar y se fue. El hombre, de 63 años, conducía un Renault Clio hablando por el móvil, el pasado 13 de febrero por la tarde, cuando golpeó un coche que estaba aparcado en las inmediaciones.
Antoni Z. se bajó del vehículo, aparcó en un carga y descarga para ir a ver el turismo al que golpeó y entró en el bar. Uno de los testigos explicó a los policías que el conductor que había causado los daños en el coche estacionado había permanecido cinco minutos en el establecimiento y se marchó a bordo de un Clio en dirección a la calle Quetglas.
La Policía Local lo interceptó poco después en la calle Rossinyol, justo en el momento en que el conductor se apeó del coche. Los policías observaron que Antoni Z. se tambaleaba y que tenía que apoyarse sobre el Clio para no perder el equilibro. Los síntomas de que había ingerido bebidas alcohólicas eran evidentes. Cuando le preguntaron hacia dónde se dirigía, Antoni Z. explicó que iba al bar a pagar lo que debía.
Los agentes le informaron que primero tenía la obligación de someterse a la prueba de alcoholemia en dependencias policiales y accedió sin problemas. No puso ni una sola pega. Una vez en el cuartel de San Fernando, Antoni Z. recibió las instrucciones para iniciar el test, pero después de unos segundos se detuvo sin hacer caso a las indicaciones.
El hombre les explicó que tenía problemas respiratorios, pero ninguno de los agentes observó que tuviera algún tipo de dificultad. El conductor interrumpía continuamente la prueba con comentarios y gestos que denotaban que continuaba en estado de embriaguez. Hablaba de forma entrecortada, hacía comentarios hilarantes repetitivos y seguía tambaleándose como si tuviera las piernas de trapo.
Tras realizar los dos primeros intentos y antes del tercero se le informó que podía incurrir en un posible delito de negativa a someterse a las pruebas de alcohol. A Antonio Z. le dio igual. Salió de las dependencias policiales tambaleándose tal y como entró.
A principios de marzo declaró ante el titular del juzgado de Instrucción número 1, que lo investiga por un delito contra la seguridad vial. Explicó que aquel día conducía en perfectas condiciones y que solo rozó el coche que estaba aparcado. Entró en el bar Goa de la plaza Progreso porque necesitaba ir al baño... y ya que estaba se bebió un whisky.
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En esta sociedad él es el héroe, la policía el villano.