Eran las cuatro y media de la tarde cuando desde el colegio avisaron desesperadamente al servicio sanitario del 061, después de que Naia entrara en shock tras comer el sandwich helado. Los sanitarios no pudieron salvar la vida de la menor y el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, apoyados por la Policía Científica, se hicieron cargo de la investigación.
La fiscalía intentó imputar también a una auxiliar de enfermería que acudió esa tarde al colegio palmesano, pero finalmente fueron acusadas de forma formal la monitora y la encargada del comedor de alérgicos, que se acusaron entre ellas.
Un forense declaró que se produjeron una serie de «errores que hicieron que la niña no fuera atendida adecuadamente». Según el médico, fue «un cúmulo de ignorancias, de desconocimientos, que llevaron a este desenlace». Los forenses que llevaron a cabo la autopsia de la menor, Mariona Antich y Juan Luis Poncela, señalaron en su informe de conclusiones del 23 de abril de 2020 que «la ingesta de proteínas de la leche de vaca, presentes en el helado que la menor tomó en esa comida, fueron determinantes y suficientes para desencadenar el shock anafiláctico que provocó su fallecimiento».
Durante años, los padres y abuelos de la pequeña pudieron justicia y se manifestaron puntualmente frente a La Salle, para denunciar que una negligencia había causado la muerte de su hija, que por entonces tenía cuatro años. De hecho, en la casa familiar, frente al colegio, todavía cuelga un gran cartel en recuerdo de Naia.