José María Manso, durante la entrevista realizada en el salón de actos de la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Palma. | A. Sepúlveda

TW
225

José María Manso, inspector jefe de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional, dice adiós tras 44 años de servicio. Uno de los mandos policiales más carismáticos del Cuerpo pone punto y final a su carrera con una jubilación más que merecida y llena de logros.

¿Cuando entró usted en el CNP?
Fue en el año 1980. Estuve once años en Bilbao y en agosto de 1991 llegué a Mallorca a la Inspección de Guardia, en la Oficina de denuncias.

Durante todo este tiempo, ¿cuál es el mejor recuerdo que se lleva de la Policía Nacional?
Sin duda, la época de Bilbao. Tenía 22 años cuando empecé y en aquel tiempo era jugar en la Champions League de la policía y al venir a Mallorca fue competir en regional. Hoy, tras tantos años después puedo decir que es al revés.

¿Qué se lleva de esos años en Bilbao?
A nivel profesional, muchísimo. En otros aspectos, era una guerra de verdad, en la que los únicos que poníamos los muertos éramos nosotros.

¿Y en Mallorca? ¿Cómo ha cambiado la extranjería en la Isla?
A mi me tocó fundar la UCRIF. En el año 2000, el tema de la extranjería se centraba especialmente en los rumanos. Había muchísimos problemas con ellos, con la prostitución, la trata de blancas y los delitos contra el patrimonio. Allí se movían muy bien. Ahora, en el día a día, es el problema de las pateras que vienen desde Argelia y todo lo que envuelve a aquellos que llegan y se quedan. Es una gran problemática que envuelve a toda la jefatura.

¿Está ligado a la ruptura de relaciones con Argelia?
A raíz del COVID no se podían hacer devoluciones a ningún país. Este hecho se prolongó por la ruptura de relaciones entre España y Argelia que impide que se puedan realizar devoluciones. Antes de este conflicto, el cien por cien de las personas que llegaban en pateras eran devueltas a su país de origen. Ahora bien, una buena parte de los que se quedan en Mallorca están delinquiendo y es un problema muy grave. Es más, es absolutamente imposible expulsar en la actualidad a un argelino del país.

¿Hay nuevas rutas de pateras hacia Balears?
Hace ya tiempo se creó una directa desde Argelia a Balears. Está totalmente consolidada, pero además, como ya advertimos, es de media África. Gran parte de la parte subsahariana del continente también ha abierto rutas hacia la Isla, pero también de Marruecos y de países asiáticos.

¿Tiene solución?
Alguna tiene. Al menos una aminoración, pero necesitaríamos la colaboración de todos los países de la UE. Si barcos de la UE se pusieran firmes bajo la bandera de Frontées y cada patera que encontrasen la devolviesen a su país de origen e imponer consecuencias de tipo económico entre países, cambiaría mucho la situación.

¿Y a nivel estatal hay alguna manera para controlarlo?
Yo creo que se ha intentado casi todo. El problema de Argelia ha surgido ahora y creo que ya es un tema de que los políticos se pongan de acuerdo entre ellos. Se han puesto en una postura de fuerza y creo que no vaya a ceder.

Anteriormente, la gran mayoría de migrantes llegaban a Mallorca como estación de paso para después irse a la Península o Europa, ¿Sigue siendo así?
Antes los devolvías a todos. Llegaban y a los pocos días estaban de nuevo en su país. Es cierto que cada vez hay un goteo más grande de personas que se quedan en Mallorca de forma irregular. La gran mayoría que se quedan aquí están cometiendo delitos y son muy reincidentes en sus actos. Sin ningún problema pueden llegar a cometer hasta 30 delitos en poco tiempo.

¿Tiene relación con los empadronamientos irregulares?
Son el sostén de la inmigración ilegal. Llegan a España, se empadronan a un domicilio y se generan una serie de derechos, a tarjeta sanitaria y ayudas. Además, se meten en una lista de espera para conseguir el permiso de residencia. Hay gente que se empadronan en un municipio y luego se marchan a su país y cuando pasan los dos años, vuelven con el certificado de que ha estado residiendo en España.

¿Y cómo se empadronan con tanta facilidad?
Esto depende del funcionario de turno, que ve como en una casa de 80 metros cuadrados viven 25 personas. Hay que usar el sentido común para no realizarlo y ahora se ha convertido en un negocio a destajo y se venden desde los 200 euros. Hemos visto casos en que el propietario del piso no tiene ni idea de que le están empadronando gente en su vivienda.

¿Por qué no van a la cárcel?
Empiezan con delitos menores como hurto y por esto nadie va a prisión. Los robos con violencia, deberían ir, pero son difícil de probarlos.

¿Quiénes son los patrones?
Haciendo un símil, es como el vendedor de papelinas en el mundo de la droga. Son el último eslabón de la organización que están afincadas en África. Los detenemos cuando están aquí y van a prisión mediante acuerdos con la Fiscalía para condenas de cuatro años de cárcel. Han ido cambiando su manera de actuar en los últimos años, ahora les quitan el teléfono móvil antes de subir a la embarcación, amenazas en origen, consensuar las declaraciones a la policía, cambiarse de posición, de ropa…

¿Cuánto dinero pagan los pasajeros para subir a la embarcación?
Suele variar dependiendo de la organización. Ellos quieren llenar el barco y muchas veces abaratan los precios, pero calculamos que unos 1.500 euros de media.

Cambiando de asunto, el tema de la prostitución en Mallorca, ¿cómo ha evolucionado? ¿Es un delito?
Ahora se hace directamente en pisos y ya no te encuentras tantas mujeres ejerciendo. Antes podías llegar y había 40, ahora es imposible. Hace años no había seguridad sanitaria, ahora todas tienen un contrato de trabajo y aseguradas.