Imagen de la operación policial en 2015 que dio lugar a esta causa. | Jaume Morey

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«Rumores», «todo el mundo lo sabía» o «me lo comentó un compañero». El juicio por corrupción policial en la Platja de Palma toma un rumbo conocido de otras causas con el mismo origen como el ‘caso Cursach'. Los testigos planteados por la Fiscalía para acreditar los hechos objeto de acusación remiten los cargos de más gravedad a lo que se comentaba en el cuartel de la Policía Local. En esta ocasión son las invitaciones a sexo y alcohol en los locales del empresario acusado, Miguel Pascual. Dos de los principales testigos de cargo, dos policías locales, hermanos, y testigos en varias causas coincidieron en su respuesta.

«¿Sabe si algún policía local no pagaba en los locales del señor Pascual?» «Me lo comentó algún compañero, era un comentario que corría», dijo uno. «Eran rumores, todo el mundo lo sabía», el otro. El primero aludió a una supuesta confesión de uno de los agentes imputados en una discusión: «Dile al fiscal amigo tuyo (por Miguel Ángel Subirán) que no hay ninguna mafia. Yo voy de putas y todos lo hacemos», dice que le confesó. El testigo antes, había aceptado la enemistad enconada con este policía. Un tercer testigo, que fue detenido en el año 2015 en la investigación de la trama, aludió a un episodio en el que fue con un compañero al Bierköning y que éste le dijo que estaban invitados. Ocurre que ese policía no fue acusado en esta pieza y falleció hace cuatro años. No sabe nada de ningún otro agente ni más invitaciones. El juicio sigue con más testigos de cargo la próxima semana. Los que declararon ayer insistieron en que los responsables del Bierköning tenían línea directa con los policías y les llamaban al móvil corporativo.