Jaime Garau (Policía Local de Palma); Cristina Abad (Médica del SAMU-061); Alejandro Miguel (Policía Nacional); Jennifer Prata (Psicóloga 112) y Miquel Àngel Torres (Bombers de Palma). | J.A.Ramírez

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Alejandro Miguel, Cristina Abad, Miquel Àngel Torres, Jaime Garau y Jennifer Prata son una representación de los hombres y mujeres de los diferentes equipos de emergencia que participaron en el derrumbe del Medusa Beach Club. Ellos fueron los primeros en llegar y, una semana después, aún no pueden cerrar los ojos sin recordar imágenes de la tragedia.

«Estamos preparados para muchas cosas, pero es muy duro estar al lado de una joven de unos 20 años atrapada debajo de una losa de hormigón y no poder hacer nada por salvarle la vida. No gritaba, pedía socorro con la mirada», comenta Garau, veterano agente de la Unidad de Intervención Inmediata.

En ese mismo sentido se expresa Miquel Àngel Torres, un joven bombero de Palma, de 27 años, que junto a sus compañeros consiguieron rescatar a más de 17 personas que estaban atrapadas entre los escombros. «Estábamos cansados, pero nadie quería abandonar la zona hasta tener a salvo a todo el mundo». Cristina Abad lideró la emergencia sanitaria y con sangre fría atendieron a los múltiples heridos y los trasladaron hasta los diferentes centros hospitalarios. «La situación era dantesca, pero había que organizar la evacuación de los heridos y se hizo de forma modélica», comenta la doctora.

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«El día del derrumbe todos los uniformes eran del mismo color. No hubo diferencias y nuestra única prioridad fue la de ayudar a las víctimas. La coordinación fue excepcional y nos debemos felicitar», añade el policía nacional Alejandro Miguel. Finalmente, la psicóloga del 112 Jennifer Prata, destaca la importancia de pedir ayuda. «El tiempo te ayuda a vivir con ello, pero nunca se logra superar una tragedia de estas características», matiza la experta del 112.

Todos ellos se convirtieron en los héroes del Medusa Beach. Personas que arriesgaron sus vidas para rescatar y auxiliar a una veintena de personas que permanecían atrapadas en la zona cero. «Cuando colapsó la terraza y con ello la planta baja, todos los escombros acabaron en el sótano. Había víctimas que quedaron atrapadas entre los escombros, pero también nos encontramos con numerosas personas que estaban encerradas sin poder salir. Tras mucho esfuerzo y tirando una pared abajo, conseguimos llegar hasta su posición y proceder a su rescate. Fue una pequeña alegría, pero no pudimos hacer nada por salvar la vida de las cuatro personas que fallecieron», añade Miquel Àngel Torres, de los Bombers de Palma.

Algunos de los participantes en el dispositivo de emergencias han precisado recibir asistencia psicológica tras la catástrofe. Son imágenes de una desgracia que nunca olvidarán. «Hubo víctimas que nos cogieron la mano y se despidieron. Nosotros les prometimos que los íbamos a sacar y lo conseguimos. Estábamos cansados, pero nadie quería abandonar la zona cero hasta tener la seguridad de que teníamos a todas las víctimas a salvo», concluyen los profesionales.