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Vivían juntos en su país y planificaron sus vacaciones para la primera semana de septiembre. Alexander Johnson, de 32 años, y su novia Sarah James Thompson, de 26, llegaron a Mallorca acompañados de unos familiares y amigos. El martes lucía un sol espléndido, aunque a ratos el cielo se oscurecía. No sabían que estaba a punto de descargar una tromba de agua anunciada por los servicios de emergencia y, fascinados por la paredes escarpadas del Torrent de Pareis, se adentraron en lo que acabaría siendo una trampa mortal. Esta es la crónica de unas vacaciones con final trágico y de dos vidas truncadas.

Al parecer, la pareja y sus amigos habían leído informaciones en páginas webs sobre la excursión del torrente y no calibraron la dificultad de la caminata. No llevaban las zapatillas ni la ropa adecuada y, sobre todo, carecían de prendas de abrigo. En el exterior el termómetro rondaba los 28 grados, pero poco después de las cuatro de la tarde del martes todo cambió de forma drástica.

Empezó a llover. Primero de forma moderada y después a raudales. La temperatura bajó de golpe. Y el caudal del torrente creció de forma súbita, arrastrando arbustos, piedras y tierra. La garganta, de súbito, atrapó a los excursionistas que se habían adentrado. Había una docena de personas en el interior del torrente, la mayoría turistas sin experiencia en la montaña.

Una psicóloga atendiendo este viernes por la tarde a familiares del desaparecido, en Sa Calobra.
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Los minutos siguientes fueron de una angustia desesperante. Los senderistas veían como el caudal aumentaba por minutos y buscaron rocas altas para refugiarse. El problema es que los 'gorgs', las pozas que coronan el terreno, se estaban llenando de agua turbia y de las paredes verticales caían cortinas de agua helada. El paraíso, de repente, se tornó en un infierno.

La providencial llegada de los expertos en montaña de la Guardia Civil, que por su veteranía sabían que en pleno temporal habría imprudentes en el torrente, salvó al grupo de una tragedia aún mayor. Uno a uno fueron rescatados, con síntomas de hipotermia y el terror dibujado en sus rostros. Algunos habían visto como la tromba de agua oscura y encrespada se llevaba por delante a Alexander y Sarah. Impotentes, el grupo no pudo hacer nada por ellos. La pareja se fue alejando hasta perderse en aquel río mortal, entre gritos y llantos.

Al día siguiente, apareció el cuerpo de la joven turista, a unos 200 metros de donde fue vista por última vez. Su novio, al cierre de esta edición, sigue en paradero desconocido. La principal hipótesis es que quedó atrapado en alguna poza cerca de Sarah, pero los expertos no descartan que el torrente enloquecido lo propulsara hasta la playa de sa Calobra y luego al mar. Allí, una marca de un metro de altura tiñe las rocas y da una idea del averno que se desató en una tarde de septiembre.