El arresto fue practicado por agentes de la Policía Nacional y de la Policía Local de Palma. | R.S.

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Un colombiano de 32 años se presentó en una casa okupa de la calle Regalo de Palma con una cogorza descomunal. El hombre, que apenas podía mantener la verticalidad, se había pasado todo el día bebiendo y cuando decidió irse a dormir se encontró la puerta cerrada y a su amigo durmiendo y sin ninguna intención de dejarle entrar.

Los hechos tuvieron lugar a las tres de la madrugada de este domingo en un local okupado, ubicado en la calle Regalo, en la barriada palmesana de Son Gotleu. El ahora detenido, es un hombre que de forma esporádica acude a este lugar para pasar la noche. Se da la circunstancia de que la relación de convivencia entre los ocupantes de la vivienda es muy tormentosa y son muy frecuentes las discusiones y conflictos. Nada más llegar, uno de los okupas le prohibió la entrada y le dijo que se marchara. Tras lanzar varias amenazas, ambos varones forcejearon y en un momento dado, el agresor prendió fuego a un colchón con intención de incendiar el inmueble. El fuego generó una intensa humareda y varios vecinos llamaron a los equipos de emergencia.

Con suma rapidez, los Bombers de Palma, Policía Local y Policía Nacional se personaron en el lugar logrando sofocar las llamas y evitando la propagación del fuego. A partir de ese instante, una vez recabada toda la información y toma de declaración de los testigos y, especialmente de la víctima, se inició una batida por la zona con la intención de localizar y proceder a la detención del sospechoso. Unos minutos más tarde, una patrulla logró interceptar al sospechoso por los alrededores y se le comunicó su arresto. El colombiano está acusado de un delito de amenazas graves, lesiones e incendio intencionado.

Según fuentes oficiales, la detención fue un tanto peculiar debido a que el hombre no dejaba de lanzar frases incoherentes y ofreció una relativa resistencia alegando que había servido en el Ejército de su país y que merecía un respeto. Los agentes le explicaron que en España todos los ciudadanos merecen el mismo respeto sin distinción de nacionalidad, clase social, religión o sexo. Acto seguido, se le trasladó hasta los calabozos de la Jefatura Superior de Policía.