Las cámaras de seguridad de la finca registran el momento en el que los dos senderistas saltan la valla metálica para bordear la verja colocada por el propietario.

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«No puedo admitir que entren en mi propiedad y encima a empujones, me hicieron caer, tengo heridas»; así es como responde a las acusaciones el propietario de la finca que linda con un tramo del Camí de Ses Covetes y que, el pasado sábado 14 de septiembre, protagonizó un tenso encontronazo con dos senderistas que le han denunciado por agresión e injurias.

El afectado explica que «estaba arreglando el gallinero cuando el teléfono me envió una señal porque alguien había traspasado los límites de mi propiedad. Fui para allá y me empezaron a empujar para pasar, para seguir su camino; yo tengo derecho a una cosa que se llama arresto ciudadano y puedo retener a alguien que haya entrado en mi propiedad hasta que llegue la policía», argumenta el hombre.

El propietario explica que en el tramo hay numerosas señalizaciones que marcan que el paso está prohibido.

En términos legales, existe esa posibilidad, se le llama 'detención flagrante' porque para que se produzca, el ciudadano debe haber sido testigo de la comisión de un delito, pillando 'in fraganti' y sin que haya dudas de la culpabilidad del mismo. Una circunstancia que se cumple aunque no del todo, ya que no existe una confirmación definitiva completa para determinar la titularidad del controvertido tramo; de ahí la polémica suscitada.

Eso sí, el propietario de la finca alega tener documentos que muestran dos puntos importantes: la no existencia, ni pública ni privada, de servidumbre de paso sobre la finca y un certificado expedido por el Ajuntament de Llucmajor que determina un tramo en el que confluye lo que sí podría ser un camino público y la parcela privada del hombre. El documento marca un punto desde el cuál esa vía de acceso, sería privada; aunque sólo lo certifica en respuesta al paso de vehículos motorizados y en un tramo determinado que, justamente, interrumpe el camino histórico, escriturado en la parcela en un documento de 1883, según defiende el actual propietario.

En cambio, en el catastro oficial de la parcela, lo que aparece es esto:

Una nomenclatura que significa que son caminos públicos destinados básicamente al servicio de instalaciones agrarias pero que no se consideran carreteras porque no reúnen las características necesarias.

Su versíon del sábado

Según el testimonio del propietario de la finca, que compraron en 2007, «la denuncia de los excursionistas es falsa, no hubo ninguna amenaza de muerte. Les voy a denunciar por allanamiento, agresión, calumnias y denuncia falsa». Cuenta que al estar realizando reparaciones, fue hacia al lugar donde vio a los excursionistas «con clavos y con el martillo, era lo que tenía para defenderme», alega. Les acusa de haber roto un candado y muestra un trozo de la grabación de las cámaras de seguridad, aunque en él no se advierte ningún uso de violencia. En el vídeo puede verse a los excursionistas rodear la barrera saltando la verja metálica a las 09:13 y volver a hacerlo una hora después; pocos minutos antes de que se produjera el altercado y la llamada al 112.

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«Estaban dentro de mi propiedad. Quise retenerles para que los identificaran pero llegó un momento en el que no pude más. Pensé que no podía permitirme una lucha contra ellos dos, estaban en muy buena forma física y yo tengo 56 años. Sólo intentaba retenerles ¿Qué tenía que hacer? ¿Defiendo mi propiedad y soy yo quien acaba en la cárcel?», dice el propietario enfadado.

En el vídeo aportado por los excursionistas ocurría lo siguiente:

Según el propietario, lo hizo todo en legítima defensa: «ellos me vieron y pretendían pasar a empujones, me caí, tenía raspones en la rodilla, también me hice daño en la tibia. Le di el cabezazo en defensa a los empujones que me dieron y porque me estaba grabando dentro de mi propiedad, que habían allanado», argumenta. Explica también que la tensión se alargó varios minutos y que «me provocaron. Estaba harto de lo que estaba pasando».

El hombre asegura que se raspó las piernas durante un forcejeo, que le empujaron y que sufrió una caída

El propietario afirma que la Guardia Civil tardó cuarenta minutos en llegar y que, al no haber podido identificar a los dos senderistas, «ya sabían que no se podía hacer mucho». De hecho, este jueves la Benemérita le ha llamado a declarar por la agresión y la posterior publicación de sus fotografías acusándoles de ser carteristas pero ha decidido no declarar «porque la letrada no estaba presente físicamente y no me querían dejar hablar con ella en privado. Además me han presionado y coaccionado para que firmara cualquier burrada». Respecto a las publicaciones en redes afirma que «no he sido yo, cualquier simpatizante con mi causa podría haber conseguido las fotos y hacerlo para ayudarme». Asimismo, a través de las redes sociales, en los mismos grupos en los que apareció la fotografía de los senderistas, han aparecido publicaciones en su contra. Muchos le tachan de conflictivo.

El origen de los altercados

El propietario, que recolecta diversas denuncias tanto siendo el emisor como el receptor y tiene algunos juicios pendientes, ha protagonizado ya diversos encontronazos; todos ellos, según él, por «proteger mi propiedad». Ya sin ninguna relación con los dos senderistas del pasado sábado, explica compungido que en estos años «ha habido muchos follones aquí, han entrado a matar un perro, han roto la valla varias veces y han provocado la fuga de los caballos, han atravesado la finca en coche, han agredido a mi mujer; diez años que estoy sufriendo cada día, cada día».

Refiere que el Ayuntamiento le dice una cosa un día y otro otra y culpa a la unidad Seprona de la Guardia Civil de un suceso ocurrido en diciembre de 2023: «invitaron a pasar a un corredor a la finca, le dijeron que podía continuar por allí y que saltara la valla, se produjo un incidente y encima le dejaron irse sin identificar; por eso todo el mundo empezó a pasar impunemente, porque creen que se puede. Fue el principio del fin. Presenciaron una agresión a mi mujer y no hicieron nada. Lo tengo todo grabado». Por otra parte, en un informe de la Benemérita que responde a esa acusación, consta que la agresión a la esposa del propietario no aparece en las imágenes de las cámaras de seguridad pero lo que sí aparece es una agresión por parte de ellos (del matrimonio) al senderista; un conflicto que continúa pendiente de solucionar. Su queja contra los agentes se archivó en su momento pero el propietario pretende abrirla de nuevo y realizar diferentes denuncias al respecto.

«He intentado convivir. En un momento, antes incluso de cerrar el camino con las balas de paja, coloqué una cadena para impedir el paso de vehículos y dejé un paso de 1,80 para permitir el paso los caminantes pero tampoco les fue bien a los senderistas, ciclistas y caballistas, fue peor así, recibí amenazas de muerte, insultos y hasta rompían la cadena. ¿Quién paga la hipoteca ellos o yo? Yo sólo quiero vivir en el bosque con mis animales y estar en paz», zanja.