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Un fatídico martes 9 de octubre de 2018 una riada en Sant Llorenç truncó trece vidas para siempre. Esa localidad y s'Illot quedaron sumidos en la oscuridad más absoluta durante horas, mientras una torrentada arrastraba decenas de coches y convertía las calles en una trampa mortal. Seis años después, las dramáticas imágenes que llegan de Valencia, donde al menos han fallecido 62 personas, recuerdan aquellos días de caos y muerte que sacudieron Mallorca, hace ahora seis años.

Los expertos de Emergencias de Mallorca consultados hoy por este periódico han explicado que «la forma en la que ha subido el agua en Valencia y se han desbordado torrentes y carreteras es muy similar a lo que vivimos en Sant Llorenç. También la gran cantidad de coches arrastrados. Son dos tragedias con similitudes. En ambas cayó tal cantidad de agua que las calles y carreteras se convirtieron en trampas».

Durante aquella primera noche de 2018, los equipos de emergencia llevaron a cabo más de 450 rescates de personas: la mayoría en Sant Llorenç y alrededores. La Guardia Civil sacó de coches a 200 conductores atrapados y cincuenta vecinos que no podían salir de sus casas anegadas. Y se intensificó la búsqueda de un niño desaparecido, llamado Artur, que días después fue hallado sin vida. Su madre también falleció en la tragedia.

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El resto eran residentes que estaban subidos a árboles, azoteas o simplemente bloqueados por las toneladas de escombros que cubrían la zona cero del desastre. «Las primeras dos horas han sido claves: sabíamos que nos enfrentábamos a una tragedia, pero podría haber sido muchísimo peor. Había mucha gente en apuros que pudo ser salvada. Dentro de la desgracia, nos quedamos con eso», apuntó entonces uno de los máximos responsables del operativo. Que fue uno de los más grandes que se recuerdan en Mallorca: 630 efectivos entre guardias civiles, militares, policías nacionales y locales, bomberos, psicólogos, voluntarios y técnicos del 112.

Los Reyes visitaron Sant Llorenç para solidarizarse con el pueblo.

Los daños fueron millonarios y Sant Llorenç fue declarada zona catastrófica, tras recibir un aguacero de 230 litros por metro cuadrado en pocas horas. «Es una cantidad que no aguanta ningún pueblo o ciudad», señalaron desde el 112. Había cientos de coches dañados, muchos de ellos en estado de siniestro total. También decenas de viviendas con daños en la estructura y cientos que sufrieron algún tipo de inundación. La noche, como se preveía, sólo fue el preludio de lo que estaba por venir. Con la primeras luces del día se constató el alcance de la tragedia.

Entre las diez y las once se hallaron los dos primeros cuerpos: el del exalcalde de Artà, Rafel Gili, en la carretera de Canyamel y el de un hombre mayor ahogado en su vivienda de Sant Llorenç. A la 1.30 horas apareció el cuerpo sin vida de una señora de edad en esa misma localidad. Dos horas después, se halló a un británico que se había ahogado en un taxi, en s'Illot. Ni su compatriota ni el chófer estaban en el coche. A las seis de la mañana se halló al segundo británico y a continuación se encontró el cadáver del chófer.

El desastre iba a más a cada hora que pasaba y el cuerpo del taxista se localizó en el mar en s'Illot, en la desembocadura del torrente. Cerca de ese tramo, también en el agua, los equipos de emergencias sacaron a la séptima víctima mortal. Las siguientes víctimas en ser localizadas fue una madre llamada Joana Lliteres, en la zona de Son Carrió, que logró rescatar a su hija pero no a su hijo, que desapareció. Y cuando ya caía la tarde la víctima número 10 fue una holandesa que murió también cerca de Son Carrió. Y así hasta sumar trece víctimas mortales. Una tragedia que, seis años después, nadie ha olvidado.