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Manoli, que es como me gusta llamarla cuando nadie me escucha, me convidó a un almuerzo maravilloso en el restaurante palmesano de Andreu Genestra. El Aromata nunca defrauda, Andreu tampoco, y eso que le conozco desde hace muchos años, cuando Javier Escobar organizó un almuerzo en casa del abogado Miquel Capellà.

Y desde entonces ha llovido mucho y bien sobre nuestras cabezas regándonos para que crezcamos sabiamente. El caso es que Manuela quería que probara los postres de su sobrino político, el chef pastelero de Aromata Luis Malques. Qué maravilla de almuerzo, de principio a fin.

Ya conocen las grandezas de Genestra, prueben ahora las de su pastelero y verán qué escándalo sucede en su paladar, tanto que el espectáculo de sabores y olores se magnifica hasta un punto que no se pueden imaginar. La vida es espectáculo, o no es.