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Los royals ingleses han vuelto a darnos un bofetón en plena cara cubriendo de normalidad a la más surrealista de las situaciones, que es la que se vive en España con un rey mítico con la imagen destrozada y en el exilio de los Emiratos Árabes, que es donde estaré cuando me lean. Ver a los dos reyes juntos en el funeral de la reina Isabel II por obra y gracia del protocolo británico que no se mete donde no le llaman –léase Gobierno de España–, y mantiene a rajatabla lo que tiene que ser para que siga siendo.

Qué envidia hemos sentido muchos, y no solo los acérrimos monárquicos, durante estos dos días de funeral de Estado en el que no solo hemos disfrutado de los fastos británicos, que son únicos, y de la elegancia de todo lo que envuelve una ceremonia de estas características, sino que hemos visto a nuestras dos reinas por fin vestidas de reinas. A saber, paseando joyones exagerados pero simbólicos, luciendo tocados divinos cuando en España no los usan ni para dar solemnidad a la Fiesta Nacional, a la que acuden siempre demasiado sencillas, para ser reinas digo, no hablo de si van o no mal vestidas, que es lo de menos, o lo de más.

Las reinas no son modelos de la moda, pero la ropa que usan siempre es un símbolo tan importante como los que hemos visto estos días de luto. Doña Sofía viste generalmente a la alemana para acudir a este tipo de actos en los que además es feliz, pues como la difunta reina Isabel valora la institución que representa por encima de todo. Entre los suyos ambas eran además de familia, felices.

Doña Letizia eligió o se inspiró en Jackie Kennedy, vistió a la americana entonces. El caso es que ninguna de las dos acudió vestida a la española. Me habría encantado verlas luciendo mantilla y peineta, españoleando porque ninguna reina extranjera se vestirá de española cuando acuda a un funeral de Estado español. Ni Letizia la usa ya. Pienso y sigo pensando.