«Peter Punk» fue el tema elegido para que Sanz comenzará su camino en una noche llena de fantasía. A las nueve y media de la noche el graderío estaba lleno de «Campanillas» queriendo volar junto al cantante en el «País de Nunca Jamás».
Tras esta declaración de intenciones, el madrileño comenzó a recitar «Lo que fui es lo que soy», una canción que recuerdan mucho mejor las primeras admiradoras del artista, ya que se trata de uno de los primeros exitazos del álbum «Viviendo Deprisa» (1991) de un debutante Alejandro Sanz.
Entre los primeros aplausos y cánticos de la grada, tanto de la sección más juvenil como de la más veterana, Sanz invocó a las masas: «Buenas noches, esto es un secreto, esta es nuestra noche y punto. No nos las pueden guitar».
Tal vez era demasiado pronto para «Desde cuando», una de las canciones más redondas de «Paraíso Express», ideal para mecerse de izquierda a derecha abrazado junto al que tienes al lado, y es que Sanz contagió su emotividad a las 14.000 almas reunidas en torno a su música.
A estas alturas había muestras evidentes de que no se trataba de un «show» cualquiera, entre otras cosas porque el despliegue audiovisual fue salvaje: 140 metros cuadrados de pantallas hiperligeras fabricadas por el LG expresamente para esta gira.
El resultado fue impactante, pero no llegó en ningún momento a restar importancia a la figura de Sanz y su exquisito acompañamiento. Además, el concierto fue grabado con tecnología 3-D, lo que permite hacernos una idea de la gran movilización de medios técnicos y humanos desplegada ayer en el Palacio.
Colaboración
La primera colaboración que «regaló» el artista del «Corazón Partío» fue la de Antonio Carmona, que compartió con Sanz «Para que tu no llores», una canción que a punto estuvo de desembocar en una fiesta flamenca, aunque al final sólo quedó en un amago.
La fusión de estilos también estuvo presente en el repertorio del artista, por ello subió «La Mala Rodríguez» para ofrecer una versión muy especial, inédita y rapeada de «Mala».
La banda también se lució, sobre todo aportando en «No es lo mismo» unas pinceladas de improvisación a cargo de una selección internacional de músicos de alto nivel. A destacar el papel del director musical neoyorkino Mike Ciro, que se «atrevió» a destrozar una de las guitarras, algo que Sanz le terminaría recriminando entre bromas.
El momento más especial de la noche llegó con Sanz al piano, cuyo objetivo era crear la atmósfera ideal para lo que estaba dispuesto a hacer. Con la chirigota «Lo ves» llevó el arte de Cádiz al castizo barrio de Salamanca, una impecable versión carnavalera que descubre facetas del artista poco conocidas.
El broche de oro a este primer concierto de la «Gira Paraíso» en Madrid, hoy actúa de nuevo, llegó con algunos clásicos como «A la primera persona», «Mi soledad y yo», «Amiga mía « y «Y si fuera ella», algo que agradeció, pasadas las dos horas de concierto, una audiencia entregada.
Cuando el reloj marcaba la medianoche y era momento para las despedidas, los músicos unieron sus manos a las de Sanz, que saboreaba un triunfo más que merecido. Las luces se apagaron y llegó la oscuridad, la banda desapareció y en la enorme pantalla se podía leer un apacible mensaje: Life is Good.
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