Sobre las 23 horas del sábado, miles de personas se reunieron en la calle Aragón para dar inicio a la tradicional caminata 'Des Güell a Lluc a Peu'. Ropa cómoda, deportivas y mochilas cargadas con bebidas y fruta era lo que la mayoría de los participantes necesitaban para poder hacer el largo y agotador trayecto de 48 kilómetros.
La mayoría eran jóvenes de entre 14 y 26 años, también se podía ver a niños de corta edad y hasta a mayores que sobrepasaban los 70 años. Todos con muchas ganas y energía para poder ver cumplido el reto. Lo hacían por deporte, por pasarlo bien en compañía de sus amigos o familiares y también por una promesa a la Virgen.
El cansancio a medida que avanzaba la noche se hizo notar, los músculos no respondían, el dolor era cada vez más intenso, fue el momento del triste abandono. La mayoría sin embargo, siguió adelante, a pesar del agotamiento y las 10 horas de caminata.
«Ha ido todo muy bien. La gente viene cada vez más preparada. Hace 25 ó 30 años venían sin estarlo, estrenando zapatillas o haciendo carreras. Ahora saben lo que tienen que hacer. Una cosa que se empezó hace 37 años, se ha convertido en un verdadero espectáculo», afirma Tolo Güell, alma máter de la marcha.
En total participaron cerca de 300 voluntarios, repartidos a lo largo de todo el recorrido.
Además, los diferentes puestos de avituallamiento repartieron cerca de 5.000 kilos de fruta, entre sandías, melocotones, manzanas y peras. En esta edición, han sido cincuenta los autobuses que han participado en la marcha, trasladando a los peregrinos y marxaires que no pudieron llegar a Lluc o bien llevando a los peregrinos desde Lluc hasta Palma. «Este año, por primera vez, han participado personas practicando nordic walking. En total habrán sido unas trescientas. A ellas les habrá costado hacer los 48 kilómetros una hora menos que al resto de participantes».
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