Sus figuras humanas simulan las que, de manera gregaria, siguen los movimientos de un líder político y las que se mueven en eventos deportivos, ritos religiosos o manifestaciones políticas.
En ese movimiento gregario de maniquíes con alma, muestra su personal análisis del comportamiento humano en las ciudades.
Los believers, objeto de reflexión plástica, poblaron diversos espacios de la galería y caminaron ante los ojos de un público fiel en instalaciones, vitrinas, entre fotografías distorsionadas de grandes edificios o en paneles que muestran la energía que les mueve al caminar de un lugar a otro, desplazándose por una causa.
Con intenso colorido, puso alma a la escultura sin rostro. Luego, en el cóctel servido por Fernando Arellano, los amantes de su arte reflexionaron sobre la dinámica humana.
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