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En el marco incomparable de las Cuevas del Drach se celebró por primera vez una boda. Tonina Servera, hija de uno de los propietarios, contrajo matrimonio con Pedro Cabrer. La novia llegó en barca al lago Martel junto a su padre, Juan Servera, y allí se encontraban los cerca de 250 invitados. Tras la ceremonia, muy emotiva, el banquete de boda tuvo lugar en una finca privada.