'L'aigua molla forada les roques dures'. Este verso de Ovidio es el lema que puso el ilustre filólogo Francesc de Borja Moll a su editorial. Su hijo Francesc de Borja Moll Marquès nació en Palma el 28 de octubre de 1937. Está jubilado pero sigue de cerca la evolución de la empresa familiar. Viudo de Matilde Echeto Bravo, tiene dos hijos de 45 y 43 años. Se dedica a trabajos altruistas: presidente del Gremi de Llibreters de Mallorca, tesorero del Gremi d'Editors de Balears... Aficiones: lectura, viajes, excursionismo... y en verano, nadar con gafas y aletas.
Ayer abrió sus puertas en el Pati de La Misericòrdia de Palma la XXII Edición de la Setmana del Llibre en Català, organizada por el Gremi de Llibreters de Mallorca con el patrocinio del Consell y la colaboración del Govern.
Xisco Busquets.- ¿Me puede recomendar algo?
Xesc Moll.- La presentación del Premi Sant Jordi de este año, o la nueva obra de Carme Riera. La presentación de la Associació d'Amics dels Clàssics promovida por editorial Barcino. La mesa redonda sobre l'Escriptor de l'Any 2011 Ponç Pons...
X.B.- ¿Quién es Ponç Pons?
X.M.- En primer lugar, una persona, un menorquí de socarrel, extraordinariamente simpática, amable e inteligente; además, es un magnífico escritor, dedicado especialmente a la poesía. Para mí es una satisfacción haber publicado en la editorial Moll su primer libro de narraciones, su primer libro de poemas, y sus dos primeras obras de literatura infantil.
X.B.- ¿Es cierto que de cada vez se lee menos? ¿Cuántos libros se vendieron el año pasado?
X.M.- No. Las estadísticas hablan de índices de lectura bastante bajos, pero con una tendencia creciente. En cuanto al número de libros vendidos, no tengo datos exactos, pero calculo que el año pasado se vendieron, en la Setmana, de seis a ocho mil libros.
X.B.- ¿O sea que sigue siendo un buen negocio ser librero y editor como usted?
X.M.- Excepto para algunas grandes empresas, nunca ha sido un buen negocio ni una cosa ni otra. En ambas profesiones, hay mucho más de vocación que afán de ganar dinero.
X.B.- Y los libros en catalán, ¿van a más o a menos?
X.M.- Sin ninguna duda, van a más. Tenga en cuenta que se partía de una situación totalmente anómala, con la lengua expulsada de la escuela y una población adulta que se sentía analfabeta en su propia lengua. Hoy esta situación se está superando a marchas forzadas.
X.B.- Hace unos años el catalanismo fue un movimiento de vanguardia contra el franquismo, ¿Y actualmente...?
X.M.- Desgraciadamente, aun tenemos que enfrentarnos a la incomprensión de una parte de la población de habla castellana. Sin duda, una reminiscencia del franquismo.
X.B.- ¿Sigue siendo retaguardia del izquierdismo o ha evolucionado hacia otro sitio?
“Es cierto que casi todos los partidos de izquierda mantienen una actitud reivindicativa de la lengua y cultura catalana, propia de las islas Baleares, como reza el Estatut; pero también en el centro, e incluso en la derechaâ€
X.B.- ¿Cuántos años de vida le quedan al catalán?
X.M.- Más o menos los mismos que a cualquier otra lengua de nuestro entorno cultural.
X.B.- ¿Sabe por qué se lo pregunto? Porque incluso los catalanistas más acérrimos, cuando alguien les habla en castellano, giran la lengua...
X.M.- Es cierto, y esta realidad contrasta con las acusaciones de intransigencia con que nos obsequian determinados medios de comunicación.
X.B.- ¿Está de acuerdo en que no basta poner en catalán los nombres de las calles, las tiendas, los anuncios..., si nosotros mismos, a la mínima, cambiamos de idioma?
X.M.- Ciertamente, sería aconsejable asegurarse de que nuestro interlocutor no nos entiende antes de cambiar de idioma. Deberíamos darles la oportunidad de escuchar nuestra lengua, para que les entrara el interés por aprenderla.
X.B.- Dígame la verdad, ¿Usted qué hace cuándo va a un bar y pide 'Dues llesques de pa amb oli' y el camarero le contesta: "¿Me lo puede repetir?"?
X.M.- Si intuyo que efectivamente no me entiende, se lo repito sin ningún problema. Pero no dejo de pensar que se trata de una desatención, no del camarero, sino del dueño del establecimiento.
X.B.- ¡Pero si hay zonas turísticas de Mallorca donde las cartas de los restaurantes no están ni en castellano...!
X.M.- Entonces, la desatención es por partida doble. Y no creo que el establecimiento salga ganando en nada con esta desatención.
X.B.- ¿Desde dónde hay que apretar para defender de verdad el catalán?
X.M.- Desde la exigencia de su uso normal en todos los ámbitos de la vida pública. Sin acritud, pero con firmeza.
X.B.- Los de derechas dicen que estudiar catalán es una imposición...
X.M.- La misma imposición que hacerles estudiar historia, matemáticas, literatura, o cualquier otra asignatura del programa.
X.B.- ¿Considera justo que el hijo de un inmigrante deba aprender catalán a sabiendas de que no le va a servir para nada?
X.M.- Es totalmente falso que no le vaya a servir para nada. Por un lado, es evidente que es más fácil encontrar trabajo conociendo las dos lenguas que si solamente sabe una; y por otro, esto facilitará su integración en la sociedad que les acoge.
X.B.- ¿Está a favor o en contra de la libre elección de idioma en la escuela pública?
X.M.- Le acabo de decir que considero esencial que los hijos de inmigrantes aprendan nuestra lengua. La libre elección supondría crear guetos y a la larga, el enfrentamiento entre dos sociedades.
X.B.- ¿Sabe de algún país con nuestro problema?
X.M.- Parece que en Bélgica se está consolidando una situación de respeto mutuo entre valones y flamencos. En Canadá el estatus de la lengua francesa en Quebec es satisfactorio. Y no dudo que los países que han ido accediendo a la independencia, como Chequia, Eslovaquia, Croacia, Montenegro... tienen su respectiva normalización lingüística como un tema prioritario.
X.B.- Y aquí, ¿cómo podemos hacer útil nuestra lengua?
X.M.- Exigiéndola como requisito para acceder a determinados puestos de trabajo, especialmente los que están cara al público. Esto ya sucede en buena parte de la administración pública, y es lógico que así sea, porque el funcionario está al servicio del ciudadano, y éste tiene derecho a ser atendido en cualquiera de las dos lenguas oficiales. Pero el empresario privado debería ser consciente de que es una desatención grave que sus empleados no puedan atender igualmente en catalán y castellano.
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Francesc Moll: «El librero y el editor tienen más vocación que afán de ganar dinero»
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