Alfons Martí | Teresa Ayuga

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Se ha aproximado al mundo de la droga como periodista y filósofo, aunque muy probablemente tiene vocación de policía. Se apasiona hablando de sus deducciones. Alfons Martí (Palma, 1968) se licenció en Filosofía y letras (UB, 1992) y colabora en distintos medios de comunicación, entre ellos Ultima Hora y National Geographic. Ha publicado 'Droga: la industria del Inquisidor' (Salamina, 2011).
Le pregunto si siendo, como es, un analista social, se ha sentido atraído por el 15-M. Responde:
Alfons Martí.- Claro que sí. Considero muy importante que desde el tejido popular se intente recuperar la iniciativa política. Igual los políticos toman conciencia de que no pueden gobernar
a su antojo.
Llorenç Capellà.- El libro de Stéphane Hessel...
A.M.- Es un alegato muy sencillo a favor de la dignidad de la persona y quizás por eso, por su sencillez, ha llegado al corazón de gentes que tienen motivos muy diferentes para indignarse. Coinciden en que les mueve el denominador común de reformar las relaciones del poder con la sociedad.
L.C.- José Ramón Bauzá afirma que está en política para reformarlas.
A.M.- Pues que se meta en faena. Pero le supongo enterado de que las auténticas reformas no provienen de arriba, sino que se gestan desde abajo. La política, hoy por hoy, es un monólogo entre distintos polos del mismo poder.Y ello sucede porque el ciudadano había abdicado de sus derechos. Si al ciudadano no le interesa todo aquello que atañe a lo público, está abriendo las puertas a la tiranía.
L.C.- La droga es un mal que nos viene de arriba.
A.M.- Siempre. Y ha gozado de un indudable prestigio social, no en vano el Papa León XIII se bebía sus buenas copas del tonificante Mariani, hecho con hojas de coca y vino de Burdeos. Es, la droga, en definitiva, una herencia del siglo XIX, desde el momento que los gobiernos entienden que la misión primera del Estado radica en acumular riqueza. Los gobiernos de la Europa industrializada basaron su enriquecimiento en el imperialismo y en la droga. La morfina, la cocaína y la heroína, se socializan a partir del XIX. Ahí está lo de Bayer.
L.C.- Le advierto que soy un adicto a las aspirinas.
A.M.- No pasa nada. Pero Bayer, en 1890, comercializó la heroína como sustituto de la morfina. ¿Y quién estaba detrás de Bayer...? El Estado.
L.C.- ¿Alemania...?
A.M.- Naturalmente. Alemania, Austria y, en menor grado de implicación, Francia y Gran Bretaña, fueron los grandes impulsores de la droga en el siglo XIX. Y después de la II Guerra Mundial los nazis la comercializaron desde Sudamérica y corrompieron infinidad de gobiernos latinos.
L.C.- ¿A qué cartel robaron el monopolio?
A.M.- A ninguno. Aunque parezca increíble, la droga se consideraba, en estos países, algo para consumo tribal. ¡Si era una moda y un negocio europeo...! Niceto Alcalá Zamora, en el treinta y uno, recién implantada la República, prohibió la venta de heroína en España. Porque, le insisto, era un negocio de Estado. Las potencias europeas se enriquecían permitiendo o potenciando el consumo
de droga y con los dineros que les llegaban de las colonias africanas o asiáticas. Las dos
guerras del siglo XIX entre Reino Unido y China, surgieron cuando el gobierno chino intentó evitar el tráfico de opio entre la India británica y la propia China. Y China las perdió y tuvo que aceptar que le inundaran su territorio de hierba.
L.C.- Entre los estados que en el XIX la comercializaron, no ha citado a España...
A.M.- Porque los Borbones gobernaban como dictadores, lo que significa que el pueblo ya estaba suficientemente esclavizado y atontado sin necesidad de drogarlo. Tenga en cuenta que la droga genera, entre los consumidores, conformismo, impotencia, terror... Casi lo mismo que una dictadura. En cambio, actualmente, en España, mueren nueve mil adictos al año. Es, España, el país
líder en consumo de cocaína.
L.C.- ¿Y de heroína...?
A.M.-Ya no. La década pasada, posiblemente. Pero ahora tanto la cocaína como la marihuana le han tomado el relevo. Y las drogas sintéticas. La juventud se apunta a las drogas sintéticas. ¡Imagínese...! Confía en que las drogas la saquen de la mediocridad.
L.C.- Dígame que los que piensan así se equivocan.
A.M.- Se lo digo. De la mediocridad nos salva un buen libro. O dos o tres. Elton John cayó en la trampa de la droga y, cuando pudo salir, contaba que colocado no podía componer nada. En una de las páginas preliminares de mi libro reproduzco una frase suya que da qué pensar. Según Elton «as drogas matan la belleza». Y yo añadiría que más cosas.
L.C.- ¿Por ejemplo...?
A.M.- El consumidor de drogas renuncia al derecho de ser ciudadano, lo que supone renunciar a la propia dignidad. Se encierra en sí mismo, es egoísta, no quiere participar de la vida comunitaria...
L.C.- ¿Las ha probado, usted?
A.M.- Nunca. Así como jamás me he dejado embaucar por los grandes referentes culturales de lo cotidiano, como pueden ser la patria, el Rey o el Papa, tampoco he probado la hierba. Porque, al fin y al cabo, la actitud del consumidor es la misma: busca unos valores que llenen su existencia vacía. Y yo, para sentirme feliz o vital, no necesito adorar. No hay ningún valor que se haga merecedor de veneración en nuestros referentes culturales.
L.C.- Tampoco creerá en el Estado...
A.M.- Claro que no. Más bien creo que es un estorbo para la sana convivencia. Ahora mismo se dice que los principales culpables de la crisis económica son los bancos...
L.C.-Y usted no lo cree.
A.M.- Creo en su culpabilidad, pero los auténticos responsables son los Estados. Quíteles el lenguaje que les envuelve: garantes de las libertades, de la seguridad del tejido social, etcétera... Y verá que únicamente queda un cobrador de impuestos que nunca se cansa de amasar fortuna.
L.C.- La reinvierte en la colectividad.
A.M.- ¿En qué...? ¿En las cosas que verdaderamente garantizan la tranquilidad y la libertad de la persona...? Qué va. ¿Por qué será, ahora que hay crisis, que los grandes recortes presupuestarios afectan, sobre todo, a sanidad y a cultura...? En la medida que aumenta la crisis de valores aumenta el prestigio del dinero. Y ahora ya le hablo de las individualidades. Fíjese que si un político roba o estafa no pierde prestigio social.
L.C.- De acuerdo. El Partido Popular, pese a que parte de sus miembros estén involucrados en diversos casos de corrupción, se ha impuesto en las municipales por una mayoría abrumadora.
A.M.- Porque apuesta, tal como ya lo hizo la derecha en el siglo XIX, por el progresismo-materialista. O sea, por un falso progresismo. Y el comercio de la droga forma parte de este montaje.
L.C.- Ni la derecha ni el Estado son distribuidores de droga.
A.M.- Pero forman parte de un entramado social que la tolera, aunque de tarde en tarde la policía lleva a cabo una redada de gitanos para limpiar conciencias.
L.C.- ¿Qué eslabón ocupan los traficantes de Son Banya en la cadena de distribución y venta de droga?
A.M.- El último. Y la prueba la tiene en que son gentes marginadas antes y después de enriquecerse haciendo de camellos.

“La droga mueve, en todo el mundo, cinco mil millones de dólares al año. Ya me dirá qué pintan los euros de la Paca en todo esto...”

La droga mueve, en todo el mundo, cinco mil millones de dólares al año. Ya me dirá qué pintan los euros de la Paca en todo esto...
L.C.- Poca cosa, imagino.
A.M.- Más bien, nada. La meten en la cárcel y no se cae el mundo. Fíjese que cuando la policía detuvo a Pablo Vioque, en Galicia, se produjeron toda una serie de muertes violentas. Incluso se le acusó, a Vioque, de haber ordenado el asesinato del fiscal antidroga, Javier Zaragoza. Tan solo en Estados Unidos se persigue la droga de una manera eficiente. Aunque los intereses de la DEA chocan, a veces, con los de la CIA.
L.C.- La CIA sabemos todos lo que es.
A.M.- Y la DEA es la agencia antidroga que está al servicio, no del Estado, sino de la ciudadanía. Las actuaciones de la CIA son de dudosa ejemplaridad. Ayudó a los nazis con la droga, en la postguerra, porque colaboraron con los organismos de defensa estadounidenses en el período de la Guerra Fría.Y en los años sesenta propició la creación del LSD, que iba a formar parte del
fenómeno contracultural de la época: el de las sectas, de los hippies...
L.C.-...
A.M.- Entre los años setenta y ochenta hubo, en España, ciento cincuenta mil muertes a causa de la droga. Ello produjo una alarma social evidente, lo que se tradujo en una reducción del mercado. No obstante, ahora, se observa un aumento del consumo de la cocaína entre los adolescentes. Y la cocaína acaba matando. Además no hace feliz al consumidor pese a la euforia inicial. Se lo digo por experiencia, pues conviví con una chica que cayó en la cocaína.
L.C.- ¿Y...?
A.M.- Se destrozó la vida. Aún nos cruzamos alguna vez por la calle.Y no le digo lo que me duele verla tal como está. Se ha convertido en un guiñapo incapaz de recomponerse.
L.C.- ¿Qué lleva a esta situación?
A.M.- Y yo qué sé. El desprecio hacia uno mismo, el aburrimiento, la falta de horizontes... Curiosamente, la mayoría de drogadictos justifican su adicción en la búsqueda de la libertad.
L.C.- ¿Y no es cierto...?
A.M.- Puede serlo. Pero quien ama la libertad tiene que saber que la droga supone, precisamente, todo lo contrario. Ya me entiende, la pérdida de todas las libertades.
Alfons Martí culpa a los Estados de haber ayudado, en el siglo XIX, a la expansión de las drogas. Algo de verdad hay en ello, pues a mediados del siglo cualquier ciudadano podía entrar en una confitería de Londres y comprar una bolsita de caramelos de hachís. Sin embargo, las drogas se publicitaban aireando sus funciones tonificantes y energéticas. Tanto la Coca-Cola como la Pepsi surgieron a partir de Vins Mariani, un tónico inventado por el corso Angelo Mariani. La fórmula incluía hojas de coca importadas del Perú y vino de Burdeos. Inicialmente, la proporción de coca era mínima. Luego aumentó, y el resultado fue un brebaje agradabilísimo al paladar que permitía ver el mundo de otra manera. Los Vins Mariani se convirtieron en una bebida de moda. Fueron consumidores asiduos escritores de la talla de Zola, Ibsen, Verlaine, Dumas, Anatole France o Jules Verne; sabios, como Freud o los hermanos Lumière; monarcas, como la Reina Victoria de Inglaterra, el zar Alejandro II o Alfonso XIII. Aunque el personaje más comprometido con la marca, fue el Papa León XIII, ya que accedió a que su imagen apareciera en el etiquetado de las botellas. Y el Vaticano condecoró al químico Mariani «por apoyar el ascético retiro de su Santidad». Nunca sabremos la influencia que pudo tener el vino en la Rerum Novarum, pero la encíclica criticó el poder de los ricos. Una paradoja en boca de un Papa que era enemigo acérrimo del socialismo.