Ha pasado medio siglo desde que Greta Garbo entró en la tienda florentina del diseñador italiano, uno de los favoritos de los artistas, con un viejo par de sandalias de cordones: «No tengo ningún zapato», dijo, «y quiero caminar».
La estrella salió de la tienda con 70 pares hechos a su medida en apenas cinco sesiones; zapatos de tacón bajo, con un estilo sobrio y elegante que marcó para siempre el gusto de «la divina» por la sencillez y la comodidad.
En plena semana de la moda de Milán, el museo Trienal de Diseño de la ciudad lombarda ha recuperado algunos de estos legendarios zapatos junto a una selección de los trajes que la actriz lució en películas como «Inspiración» (1931) o «La reina Cristina de Suecia» (1933), rescatados de institutos, museos y colecciones privadas.
«Greta Garbo. El misterio del estilo» rinde así tributo a esta enigmática estrella, cuya vida estuvo envuelta por rumores sobre su orientación sexual o en torno al supuesto amor secreto con Marlene Dietrich, y que dejó una huella inolvidable en el cine a pesar de retirarse a los 36 años.
Una exposición que nació gracias al sobrino nieto de la actriz, Craig Reisfield, que hace dos años visitó el museo Ferragamo de Florencia y le propuso a su directora, Stefania Ricci, poner a su disposición el guardarropa de la actriz, estudiarlo y exponerlo, como se había hecho en 1999 con Audrey Hepburn, otra de las clientas de Ferragamo.
«En muchos sentidos, Greta Garbo fue una mujer moderna que se negó a entrar en los estereotipos femeninos impuestos por los grandes estudios y por la sociedad», asegura Ricci, comisaria de esta muestra, que viajará a Florencia después de su paso por Milán, donde podrá verse hasta el 4 de abril.
Sus maletas de Louis Vouitton -incluida la que la actriz destinaba únicamente a guardar calzado- y los modelos de Valentino, Gucci o Givenchy completan los exclusivos diseños, con nombre propio, del innovador Ferragamo.
«Attica», un zapato cerrado de ante marrón; «Cistia», una sandalia hecha de cuerda de malla; «Darana», una zapatilla de noche de terciopelo negro y «Ravello», la bailarina con lazo y suela en forma de concha, son los cuatro modelos estrella de Ferragamo que vistió la misteriosa intérprete de «Mata Hari» o «Ana Karenina».
La firma, que desfilará este domingo en la pasarela milanesa, pondrá a la venta en edición limitada versiones contemporáneas de estos cuatro modelos, diseñados específicamente para la estrella entre 1942 y 1957.
En una autobiografía publicada en 1957, Salvatore Ferragamo (1989-1960) dilucidaba a una Garbo alejada de la que se describía en la prensa, y la definía como una mujer «cordial, afable, inteligente y encantadora».
La exposición pretende perfilarla como un «icono de la elegancia» y descubrir así a «una mujer, más que un misterio, que supo cómo separar su profesión de su vida privada», matiza Ricci.
Para la comisaria, el estilo de Garbo era «minimalista, confortable, práctico y deportivo» y estuvo marcado por «su innata confianza en la simplicidad» y en un gusto muy personal «perfecto para ella y su figura».
Desde los cuellos drapeados que Adrian Adolph Greenberg, contratado por la Metro Goldwyn Meyer, diseñó para Garbo, hasta esos zapatos que todavía están de actualidad, Milán se sumerge en la imagen de este icono del cine, a quien sólo Ernst Lubitsch, con la memorable «Ninotchka» (1939), fue capaz de arrancar una sonrisa en la gran pantalla.