Bernat Bauzà, en los viñedos de Formentor, con un copa de Na Blanca en la mano izquierda y el Puig Fumat al fondo. | Pedro Aguiló Mora

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Durante la última década han germinado en Mallorca muchas explotaciones vitivinícolas de nuevo cuño, pero pocas con la honestidad y visión como la que lidera Bernat Bauzà (Campos, 1980) en uno de los últimos confines de la Isla: Formentor. Tras licenciarse en Ingeniería Agrícola en Lleida y trabajar en Madrid de la mano de Jaime Lamo de Espinosa, de forma altruista empezó a colaborar con la Fundación Barceló en el proyecto Alisol para el suministro de productos alimentarios frescos a entidades benéficas. Durante ese tiempo en la fundación, Bernat conoció a Pep Canals, director regional Baleares y Mediterráneo de Barceló Hotels & Resorts, grupo que años antes había adquirido el emblemático hotel Formentor y su finca de casi mil hectáreas. «Canals veía un capacidad brutal para un proyecto agrario y económicamente sostenible en Formentor, y me encomendó su redacción», recuerda.

Aunque la finca había estado dedicada a la cría de ganado ovino y al cultivo de cereal, Bauzà vio enseguida que, por las características del terreno (arenoso mezclado con arcilla negra), las condiciones meteorológicas y la orientación, las 12 hectáreas cultivables situadas entre las sierras de Na Blanca y El Pal, eran idóneas para la plantación de viña y muy especialmente de variedades blancas. Así, gracias al empuje de Pep Canals, Barceló encargó a nuestro protagonista la gerencia del proyecto vitivinícola. Era 2014.

«Me tiré tres años solo con un payés ejecutando el proyecto, empezando por una costosa operación de desfonde de la tierra y subsolación del terreno para comprobar la viabilidad de la viña». Un trabajo que confirmó que, si bien las características de la tierra no eran para tintos, sí poseía gran potencialidad para blancos, concretamente de las variedades francesa Viognier (debido a las similitudes ambientales del valle del Ródano con las de Formentor) y la autóctona Giró Ros; que, junto a algo de Premsal y Malvasía, dieron en 2017, tras el fichaje del enólogo Sergio Navarro, la primera cosecha de Na Blanca.

«Teníamos claro que no queríamos hacer un ‘vino de hotel'. El nuestro es un proyecto vitívinícola de verdad y los hoteles del grupo no son el cliente principal, ni debe serlo», advierte Bauzà. También desde el minuto uno sabía de la dificultad de hacer un proyecto de gran producción. «Decidimos hacer pocas referencias y que el vino blanco fuera el más representativo. Todo bajo la premisa de que, no por decir Formentor, podíamos hacer el vino que nos diese la gana. Formentor es calidad y nuestra visión es la de hacer un vino de referencia, al estilo de lo que es Nounat, pese a lo difícil que es vender 20.000 botellas de una sola referencia a un precio medio de 13 euros». En ello anda Bernat con paso firme y con la cosecha de Na Blanca 2019, la tercera, a punto de salir al mercado.